lunes, 6 de junio de 2011

EDUCACION / John Dewey. Filósofo de América, su vida y aportes

EL COMIENZO

Nació el 20 de octubre de 1859 en Burlington, Vermont (Estados Unidos). Sus padres fueron Archibald Dewey y Lucina Rich.  Ingresó a la universidad en 1875, donde conoció la teoría evolucionista de Darwin y la filosofía social que enseñaba Henry Torrey. En 1881, luego de graduarse, comenzó a dar clases en una escuela cercana a su Burlington natal, para estar cerca del maestro Torrey, con quien siguió estudiando filosofía.

En 1884 comenzó a trabajar en la Universidad de Michigan, desde donde publicó un par de ensayos y su primer libro de importancia: Psicología (1887). En estos trabajos quiso unir en un mismo sistema el neo-hegelianismo y la psicología experimental, intentando crear lo que él mismo denominó “Método Filosófico”. De esta misma época comienza a idear lo que se terminaría llamando “instrumentalismo”, donde postula que las ideas son herramientas para resolver situaciones problemáticas, al igual que consideraba a la escritura y la lectura como puros instrumentos.

Se casó en 1886 con la una de sus alumnas: Harriet Chipman, con quien tuvo 7 hijos. En 1888 se fue de la Universidad de Michigan para impartir la cátedra de filosofía en la de Minessotta, pero esto duró unos pocos meses, cuando fue llamado desde Michigan para ocupar el cargo de director del Departamento de Filosofía. En 1894 se fue a la Universidad de Chicago siendo el jefe del Departamento de Filosofía (que también abarcaba psicología y pedagogía). Gracias a él, se creó el Departamento de Educación, donde fue director. Estando en esta universidad publicó “Concepto del arco reflejo en psicología” (1896), donde afirma que los organismos interactúan con su entorno a través de la selección y el condicionamiento de sus propios estímulos.

UNIENDO PUNTOS EXTREMOS

Sus ideas políticas ya están con él, por ejemplo el progresismo social, pero no es especialmente expresivo respecto de estas ideas y las mantiene en reserva. Este “compromiso social” también se expresaba en su compromiso con la reforma a la educación. Y es aquí donde, en 1896, se hace presente uno de sus aportes más famosos: la “Universitary Elemental School”, conocida como la Escuela Dewey, que fundó basándose por un lado en el punto de vista de que el currículum es lo más importante y que a los niños debería enseñárseles la “sabiduría acumulada por la humanidad”, y, por otro, en que el niño debía ser lo más importante, dejando en un segundo plano los contenidos y privilegiando los impulsos naturales de éste.

Bueno, Dewey optó, como dijimos, en tomar elementos de ambas posturas y realizar lo que podríamos llamar una mezcla, ya que para él esos puntos de vista eran artificialmente contrarios. Entonces, la misión debería ser unir esos impulsos con los contenidos y, a la vez, “someter las ideas a la prueba de la experiencia concreta”. Para ello, la pedagogía necesariamente debía tener en cuenta el veloz e incipiente desarrollo industrial de Estados Unidos e intentar lograr, con ella, una mejor comprensión de la democracia.

En 1905 se fue a hace clases a la Universidad de Columbia, y el ambiente pedagógico ahí estaba bajo una constante disputa entre el realismo y el idealismo, donde la defensa del primero decía que las “cosas son como son”, independiente de cómo conoce la mente, y quienes abogaban por el idealismo afirmaban que “la mente constituye la realidad”. Nuevamente, y como resultaría una constante en toda su vida, tomo estas posiciones y con su instrumentalismo construyó una nueva opción: las cosas o hechos no son siempre invariables como dicen los realistas, pero tampoco están completamente construidos como dicen los idealistas… Son, entonces, “hechos del caso” para un organismo, y se acomodan a él cada vez que producen nuevos resultados: la experiencia.

SU “METODO DEL PROBLEMA”

En 1899 había publicado “Escuela y educación” y ya argumentaba sus críticas a las prácticas escolares vigentes y hacía hincapié en la idea de que la escuela debía ser un laboratorio, un taller donde el niño pudiera indagar adquirir experiencias. Y esta experiencia tiene un doble aspecto: Por un lado ensayar y, por el otro, experimentar.

Según él, para establecer una meta válida de la educación primero debe nacer de las actividades actuales y, segundo, debe ser flexible, no convertirse en un proyecto rígido sino que tenga relación con las actividades concretas en la vida el niño, ya que éstas varían según la edad del niño y su entorno.

Nace así el denominado “Método del Problema”, que se basa en cinco puntos, momentos o etapas lineales:
 1° Alguna experiencia actual del niño
 2° Interrupción de la actividad actual
 3° Resolver en base a la experiencia pasada
 4° Hipótesis para restaurar la continuidad interrumpida
 5° Someter la hipótesis a la prueba de la experiencia

Este proceso se resume en tomar una actividad normal para el niño, que hace sin que le haya sido encomendada, por lo tanto ya tenemos asegurado su interés en realizarla. Luego, le presentamos un obstáculo, lo desviamos de lo que estaba haciendo, y como estaba interesado en su realización intentará volver a llevarla a cabo de acuerdo a lo que conoce. En la cuarta etapa deberá pensar y elegir cómo continuar, hay que dejar que las ideas se le ocurran a él. Llegando al punto final, el niño puede hacerse más fuerte, más débil o desviarse completamente.

JOHN DEWEY Y LA POLITICA

Durante la primera guerra mundial, Dewey desarrolló aún más su instrumentalismo. En una obra, considerada piedra fundamental de su filosofía, “Democracia y Educación” (1916) sostiene que una población educada es lo mejor para evitar conflictos locales y entre países, es decir, permite el control del entorno. También señala que la educación “no tiene un fin fuera de sí misma”.

En los años 20 publicó ensayos apoyando las reformas socialistas que había visto en México cuando hizo clases en el verano de 1926 en la UNAM. En 1928 visitó escuelas en Unión Soviética, en una delegación de educadores norteamericanos, de donde hizo favorables informes. Aquí fue tildado de comunista.

En 1937 presidió una comisión, en México, para revisar los cargos en contra de León Trotsky que se habían levantado en el “Juicio de Moscú” (1936-1937). Después de un sinnúmero de entrevistas y análisis de la evidencia, esta comisión declaró a Trotsky inocente de los cargos… Con esto, los comunistas lo denunciaron como “fascista”.

En 1941 expresó su apoyo a la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, formando junto a otras personas, el “Comité por la Cultura Libre”, en que condenó prácticas soviéticas, almenas, italianas, españolas y japonesas, esta vez las críticas provinieron nuevamente de los comunistas.

EL ARTE Y SU MUERTE

Dewey había señalado a principios de los años 30 que estaba ansioso por internarse en un campo que no había sido parte de su estudio sistemático, y el que el arte y la estética se acercaron a él. Así nace su libro “Arte y experiencia” (1934), donde dice que los medios y los fines cooperan en una experiencia estética. “Cuando la investigación en las artes es exitosa, las distinciones entre ‘las bellas artes’ y las artes ‘útiles’ se allanan”.  Entonces, se entiende que la obra de arte no acaba en el objeto artístico, sino que incluye también su producción y apreciación. Sostenía que la apreciación estética también era una actividad productiva. Para Dewey este libro representó una continuación del instrumentalismo.

El 1 de junio de 1952 falleció en su casa de Nueva York. Sus restos están en un monumento a su memoria en la Universidad de Vermont. En 1968 el correo postal de Estados Unidos emitió una estampilla con su imagen. En 1991 un astronauta, Store Musgrave, honró a Dewey llevando al espacio un ejemplar de “Experiencia y Educación”. Es considerado uno de los filósofos más innovadores del siglo XX, ha sido querido y odiado, honrado y atacado como ningún otro filósofo estadounidense.

Usando un comentario de la revista “American Nacional Biography”, publicada en 1999: “A pesar de haber recibido muchísimos honores y premios, quizás el más apropiado es el que se le concedió en la década de los 30, cuando comenzó a ser conocido como ‘the America’s philospher’, ‘el filósofo de América’”.

JOHN DEWEY HASTA NUESTROS DIAS

La filosofía de Dewey dio origen a una escuela y teoría respecto de la educación y es uno de los principales impulsores o artífices de lo que se conoce como “Escuela Progresista”, en que se avanza desde una educación tradicionalmente pasiva a otra activa, democrática y más relacionada con los problemas reales de niños y jóvenes.

Nunca renunció, al igual que muchos pedagogos a lo largo de la historia, a una propuesta que cambiara de forma radical la sociedad y la transformara en un lugar más justo. Así nacieron, como ya adelantábamos, las escuelas que buscan ser experimentales, convirtiendo la premisa de “aprender por la acción” (learning by doing) en pan de cada día, contraponiéndose a lo establecido hasta esa época que era “aprender por la instrucción” (learning by instruction).

Esto de dejar a los niños que investiguen y descubran por sí mismos nos resulta altamente familiar y creemos que resulta beneficioso para el desarrollo cognitivo de las personas. Así, se pueden enfrentar de mejor manera los problemas o desafíos que la vida nos va presentando. Podemos tomar decisiones de acuerdo a la experiencia y a los resultados que hemos obtenido con lo que hemos hecho anteriormente.

La educación debe basarse en intereses reales, pero dichos intereses no son fijos y, como decíamos, van cambiando y evolucionando de acuerdo a factores físicos y ambientales a que están sometidos los niños y jóvenes: la edad, la sociedad, el entorno cercano, la experiencia anterior, etc.

Dos procesos educativos, como son el psicológico (exteriorización y despliegue de las potencialidades de la persona) y el social (preparación y adaptación del individuo a las tareas que desempeñará en la sociedad), logran conjugarse bastante bien con los planteamientos de Dewey, y así la escuela debe plantearse como una comunidad en la que todos sus miembros reciben la experiencia heredada de la especie y la preparación se hace en función de lo que nos podría tocar vivir, y no, como decía Dewey “para prepararnos cuando estemos muertos”.

BIBLIOGRAFIA

CHÂTEAU, Jean Los Grandes Pedagogos (estudio). México, Fondo de Cultura Económica, 1959
DEWEY, John Democracia y Educación. Madrid, Ediciones Morata, 1997. 2° Edición
FRANKENA, William K. Tres filosofías de la Educación en la historia: Aristóteles, Kant y Dewey. México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, 1968
LUZURIAGA, Lorenzo Historia de la Educación y la Pedagogía. Buenos Aires, Editorial Losada, 1956. 2° edición
RUGGIERO, Guido de Filosofías del siglo XX. Buenos Aires, Paidos, 1964, 2° edición

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