miércoles, 15 de junio de 2011

EDUCACION / La educación colonial en Chile

Chile durante gran parte del siglo XVI es un campamento en armas, con una economía de subsistencia. La llegada de mujeres españolas y el nacimiento de niños blancos no se produce hasta finalizado el siglo. Fue una sociedad que primero debió afirmarse en la tierra y luego preocuparse de los otros menesteres donde la educación no tuvo prioridad. Además, saber leer y escribir no eran requisitos del buen soldado, situación frecuente aún en los hombres de Iglesia.

Las Escuelas de Primeras Letras

1 - Los Maestros de Primeras Letras

Los maestros de primeras letras fueron religiosos y seglares. Todo religiosos, por el hecho de serlo, tenía derecho a enseñar. Los seglares debían tener licencia del cabildo y de la autoridad eclesiástica, además de no haber sufrido pena infamante; no haber ejercido oficio servil; buena vida y costumbres, certificados por curas y autoridades diocesanas; limpieza de sangre, en el sentido de no ser hijo de unión ilegítima ni llevar sangre de moros, ni de judíos ni de reconciliados y finalmente, la convicción católica comprobada por la carencia de cuentas pendientes con el Santo Oficio.

En Chile, al parecer, no hubo un reglamento para la enseñanza primaria. Según José Toribio Medina en un libro de 1905, se siguió lo normado para el Perú en "Instrucciones que el Licenciado Benito Juárez de Gil, dio el 29 de octubre de 1598 a los Maestros de Enseñar a Leer, Escribir y Contar de la CIudad de Los Reyes, a fin de que que la Guardasen en sus Escuelas para la Buena Educación y Enseñanza de los Niños".

Este documento consta de 31 artículos y reglamenta desde cómo tomar las liciones (lecciones) a los alumnos y cómo deben cortarse las plumas, a normas de conducta en la escuela, en el hogar y en misa. Es de interés señalar que en las intrucciones se distingue entre educación y enseñanza. El único artículo ingrato es el primero: "Primeramente, que en sus escuelas no reciban ni admitan niñas para enseñarlas a leer ni rezar, por la indecencia que es y los inconvenientes que pueden suceder".

Algunos de los hombres que vienen con Pedro de Valdivia o en expediciones posteriores se decican a "mostrar a leer a los mochachos". Del primero que sabemos es de Pedro Hernández de Paterna, él que hacia 1548 o 1550 enseñaba en Santiago. En 1578 es llevado a la cárcel por negarse a combatiren Arauco un español de apellido Salinas, argumentó que era maestro y "se le excusase la ida a la guerra por la necesidad que del tiene la ciudad para enseñar a leer y escribir a los hijos de vecinos y moradores desta ciudad". El 22 de mayo de 1584 el cabildo de Santiago, autorizó al español Diego de Céspedes para "poner una escuela para enseñar niños a leer y escribir". En 1588 vivía en la capital Diego Serrano "maestro de enseñar niños". Al finalizar el siglo XVI enseñaba Pedro de Padilla. Lo hacía en "una casa junto a la plaza desta ciudad". Murió en 1615.

El primer maestro nacido en el país fue Juan de Oropesa. Apoyado por vecinos, el 27 de noviembre de 1615, pidió autorización al Cabildo para poner escuela "para enseñar a leer y escribir" y acompañando a la vez "muestras de ciertas formas de letras que hizo". Se le autorizó siempre que jurara de "guardar el arancel fecho y enseñar buenas y virtuosas costumbres a los niños que tuviere y no llevarles nuevas impusiciones". Luego de poco tiempo el cabildo ordenó el cierre, porque Oropesa, al parecer, estaba cobrando más de lo estipulado originalmente. Por ese mismo tiempo se dio licencia para poner escuela a Melchor Torres de Padilla. A mediados de 1621 ninguna de las dos escuelas funcionaba.

Al finalizar el siglo XVIII, los maestros autorizados por el Cabildo recibían de este una subvención anual de veinte pesos para proveer de útiles a los alumnos pobres.

2 - Las Escuelas de la Iglesia

En el siglo XVI difícilmente la educación podía pasar al margen de la Iglesia, las escuelas nacen al lado de los conventos, doctrinas o misiones. Dado los tiempos no se puede entender de otra manera. Es así, como la primera intención de levantar un número importante de escuelas, la hace en 1567, el obispo de La Imperial, fray Antonio de San Miguel, pero no pudo, el obispado era demasiado pobre.

Los primeros religiosos que llegan al mapocho son los mercedarios, que centran su trabajo instruccional en sus noviciados. E el año 1553 llegan los franciscanos, los dominicos lo hacen en 1557. La Compañía de Jesús llega en abril de 1593 y los hijos de San Agustín en 1595.

En Santiago, el jesuita Luis de Estela junto con el catecismo enseñaba a leer y escribir a los indios y mestizos. En La Imperial, no hubo escuelas reales. Concepción mandaba sus niños a una escuela de los franciscanos, hacia 1613 se abre una escuela jesuita con un maestro seglar apellidado Morales. En ella estudiaron un hijo del gobernador Alonso de Ribera y Francisco de Pineda y Bascuñán, autor de El Cautiverio Feliz.

La Serena, en la segunda mitad del siglo XVII, era un villorrio con menos de mil habitantes y de setenta casas, cuyas tres cuartas partes eran chozas de paja. tenía una clerecía, cuatro conventos y una escuela franciscana con estudio de gramática para la adolescencia. Los jesuitas se instalaron hacia 1673.

Una institución muy importante dentro del nacimiento de la eduación en Chile la constituyeron las misiones jesuitas. Hubo cuatro clases de misiones. La primera, constituida por seminarios y convictorios, educaba a adolescentes. Junto a éstos hubo secciones donde se enseñaba primeras letras, el temor de Dios y la policía cristiana a niños pequeños. En Santiago a estas secciones, concurrían a comienzos del siglo XVIII, unos 400 niños criollos.

La segunda clase de misiones se hacía en derredor de las ciudades, a una o dos leguas de distancia, donde se encontraban las chacras. Aquí se entregaba catequesis a indios y negros.

La tercera clase de misiones, tomaba de dos a tres meses en realizarse. Cubría un radio de diez a treinta leguas de las ciudades. En ellas se atendía la población de estancias y haciendas. La que salía del Colegio de San Miguel de Santiago, recorría del río Copiapó al río Maipo. La de Bucalemu, del río Maipo al río Maule. La de Concepción, del río Maule al río Biobío. La que salía del Colegio de Mendoza, desde San Juan a Punta de los Venados (Guanacos).

La cuarta clase de misiones se llevaba a cabo en las residencias jesuitas de Talcamávida, Arauco, Buena Esperanza de Rere y San Cristóbal. Desde allí expedicionaban todo el año sobre territorio mapuche. Su trabajo instruccional se daba también en los fuertes y presidios vecinos a las residencias. En estos recintos había soldaods analfabetos del Ejército de Arauco. Sus compañeras fueron jóvenes mapuches o mestizas a las que pronto se agregarán damas de manto. Así surgirá una población de niños criollos, mestizos, indios e hijos de yanaconas, a la que se enseña a leer y escribir. (Alonso de Ovalle, Histórica Relación del Reino de Chile).

3 - Las escuelas de los Cabildos o Reales

Cabildos relativamente permanentes tuvieron Santiago, Concepción y La Serena. Otras ciudades vieron depender sus cabildos de los avatares de la guerra de Arauco. Concepción tuvo una existencia inestable, asolada por indios y corsarios en el siglo XVI, por terremotos y maremotos en el XVII, se afirmó una vez que ocupó su actual emplazamiento. La Serena y Copiapó, sitios de descanso de viajeros desde y hacia el Perú, adquirieron importancia gracias a la minería del oro y cobre solo a mediados  del XVIII. La Imperial, ciudad potente con obispado y cabildo durante el siglo XVI, desaparecerá con el levantamiento de Pelantaru y la muerte de García Oñez de Loyola, al acabar el siglo. Las ciudades trasandinas son marginales al desarrollo de Chile. Por lo tanto, el único cabildo estable fue el de Santiago.

Los cabildos tenían jurisdicción en la ciudad y sus términos. Los términos del cabildo de Santiago iban desde el Choapa al Maule, espacio ocupado por estancias y haciendas con peones mestizos, indios y negros a cuyos dueños poco les importaba su instrucción. En la ciudad, los hijos de vecinos encomenderos y vecinos moradores asistían a escuelas de primeras letras mantenidas por los conventos y el Cabildo. La educación citadina era elementalísima, no pasaba de enseñar a aleer y escribir, contar y catecismo. No hubo escuelas en los campos, ni para niños criollos, indios, mestizos o negros. Las niñas solo en conventos.

El maestro contratado por el cabildo recibía con tardanza y a veces nunca su salario. Se le autorizaba a cobrar a los padres de sus alumnos, pago que se hacía en especies. Los alumnos eran escasos.

4 - La organización de la Escuela

Lo que conocemos sobre contenidos, metodología, evaluación, castigo y cultura escolar de este período, es por documentos de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.

Las escuelas de primeras letras estaban divididas en las secciones de Mínimos y Mayores. En las primeras se aprendía a leer, escribir y rezar. En las segundas se estudiaba gramática, principios de artimética, catecismo y escritura, junto con ortografía. Las clases se impartían de Lunes a Viernes de 8 a 11 horas, por la mañana, y de 14 a 17 horas por la tarde. En el invierno el horario cambiaba entrando más tarde y saliendo más temprano, acortando el espacio de almuerzo.

Las idas y venidas de la casa a la escuela y viceversa eran muy entretenidas. En la esquina de la Plaza de Armas que formaban las calles Monjitas y Nevería (hoy 21 de mayo), se ubicaban los puestos de venta de ojotas. El que compraba un par nuevo dejaba las viejas ahí mismo, formándose una pila. Por la vereda norte de la plaza y frente a la Cárcel, al Cabildo, a la Real Audiencia y al Palacio del Gobernador corría, a tajo abierto hacia el poniente, una acequia. Los pequeños tomaban algunas de las ojotas y las hacían anvegar acequia abajo. Los más grandes tomaban otras e iniciaban una guerra de ojotazos que ocupaba toda la plaza.

Al finalizar el siglo XVIII el puente de Cal y Canto, comunicaba La Chimba con el centro de la ciudad (la palabra chimba es quechua y significa "al otro lado del río"). Frente a la actual calle Recoleta, estaba el Puente de Palo. A la salida de clases, los santiagueños (niños que vivían al sur del Mapocho) despedían a los chimberos en las proximidades del Puente de Palo, con una fenomenal guerra a peñascos. Esto ocurría en verano, en invierno las piedras volaban en la calle San Antonio, entre Monjitas y Santo Domingo.

Resulta entendible, pero impresiona, la cantidad de días festivos. Se dividían en Fiestas Fijas (69), donde se mezclaban celebraciones de santos con los aniversarios de los terremotos de 1647, 1730 y de 1751 y Fiestas Móviles (17), nueva mezcla de días religiosos con otros no tanto, había un día Jueves de los Compadres y otro Jueves de las Comadres. Agreguemos los 52 domingos y resultan 138 días festivos en el año, algo así como un día de descanso por dos de trabajo. Los escolares tenían, además, libre el día del santo del Virrey, del Gobernador, del Obispo, del maestro y del santo patrono de la escuela.

La escuela estaba dividida en dos secciones, no por el grado de adelantamiento ni por la clase de estudios, sino por la categoría social a la que pertenecía el niño. Además de esta división, existía una segunda. Los niños adscribían a una de ods bandas o grupos llamados "cartagineses" y "romanos" o de "Santiago" y de "San Casiano". Sentadas separadas, las bandas competían por rendimiento. Salía un niño de cada grupo y se lanzaban preguntas sobre catecismo, tablas de sumar, restar y multiplicar. Fueron los jesuitas los que comenzaron a sacar a alumnos a la calle, en procesión y coro iban respondiendo las preguntas del catecismo. De allí nacieron los remates o competencias públicas de conocimiento, que tenían lugar en las tardes de los Miércoles y los Sábado: miercolinas y sabatinas. El sistema era de preguntas y respuestas, aplausos y lucimiento para las buenas respuestas y vergüenzas para las malas.

Como si las divisiones no fueran suficientes, los maestros crearon una serie de cargos entre los niños que, de alguna manera, les aliviaba la tarea. El emperador era el más importante, seguía al maestro en jerarquía, era designado en votación popular el día del santo patrono de la escuela y duraba un año en su cargo. Luego, el general, que cuidaba de los más pequeños. Los capitanes pasaban lista, cuidaban el orden y repartían los textos y útiles de enseñanza. Los pasantes, buenos alumnos, tomaban la lección a los más lerdos. El alférez, portaestandarte de la escuela, debía enseñar a rezar a los menores. El fiscal o verdugo, correspondía al niño más macizo de la escuela, toda vez que su trabajo era sujetar al alumno que era sometido a castigo. Los libreros guardaban libros y útiles, tajaban las pluams de ganso para escribir y llevaban una lista de todo el material de la escuela. Los veedores inspeccionaban la conducta dentro y fuera del establecimiento. El sacristán a cargo del altar. El debel, vigilaba el estudio y el cuidado en escribir las planas. El cruciferario, portador de la cruz alta cuando iban a misa. Los porteros, vigilaban el aseo de caras y manos y cuidaban que en los bolsillos no hubiesen bolitas, naipes, trompos ni tabaco. Los escoberos eran los aseadores, cargo que en general reacía en los más pobres.

Amén de esa suerte de evaluación que eran las miercolinas y las sabatinas, los niños debían mostrar sus planas diariamente y el maestro señalaba su juicio con una letra: S (siga), ILM (imite la muestra), B (buena), M (mala) y A (azotes). Los Sábado el maestro elegía las mejores planas de la semana y las enviaba a los comerciantes para su calificación. Los jueces firmaban en las planas. Los alumnos aventajados o de buena conducta recibían un parco, un cuadrado de papel con calados y dibujos que evitaba o disminuía el castigo, cuando el poseedor caía en falta. Testimonios hay de comercio de estos parcos.

Los castigos eran muy duros. Arrodillarse, a veces con los brazos en cruz y un ladrillo en cada mano; la palmeta, una tablita redonda con orificios y mango, con la que se golpeaba la palma de la mano; el chicote, correa larga y con nudos. Estos eran para faltas graves, para las leves estaban los coscorrones y tiradas de orejas y patillas. Entre las escuelas conventuales, particulares o reales no hubo distingos entre métodos, enseñanzas y costumbres. Todas tenían como objetivo formar jóvenes cristianos y súbditos obedientes.

El método usual de la lectura era la repetición a coro. Las priemra letra y las sílabas se aprendían en las cartillas implresas en Lima, eran silabarios basados en el deletreo y combinaciones silábicas. Luego, el primer libro de lectura, El Catón, contenía oraciones, anécdotas y lecturas edificantes sobre costumbres y virtudes.

La escritura se aprendía a partir de muestras que hacía el maestro y que los niños de recursos repetían en sus pizarras, los pobres en una tablita que se lavaba. Se usaba tinta y pluma de ganso, la cual debía ser tajada con un afilado cuchillo. Los niños que ya leían no contaban con más de diez o quince libros autorizados. Todos los libros que se leían en las escuelas públicas, debían llevar el visto bueno del Director General de Aulas Públicas: "para evitar, la impresión de las falsas o malas ideas en una edad en que se hacen indelebles influyendo despupes en todos los tiempos de la vida".

5 - La Instrucción para las niñas

A diferencia de otros países de América, en Chile no hubo condiciones para que las mujeres se dedicasen a cultivar su natural inteligencia. La guerra, los piratas, los terremotos y las inundaciones, las hizo madres y monjas aguerridas, sin tiempo para las letras. El único caso de destacar es el de Tadea de la Huerta, conocida como sor Tadea Joaquina, monja del Carmen de San Rafael autora de un verso octosilábico sobre la inundación del Mapocho en 1735.

En algunos beateríos y conventos se acogía a niñas huérfanas y desvalidas. En otros junto a la formación de las novicias se aceptó a hijas de familias de bien. Las primeras en hacerlos fueron las agustinas, enseñaban la cartilla, religión, buenos modales y recetas de cocina, las niñas vivían en los claustros y la familias debían pagar derecho a piso. Igual cosa hicieron las trinitarias de Concepción y las clarisas de Penco y Santiago. En el siglo XVIII, un anexo de las clarisas en Mendoza mantuvo un colegio para niñas, llamado de la Buena Esperanza.

En 1796 José Ignacio Zambrano, párroco de San Lázaro, abrió un colegio para niñas, pero las habladurías lo llevaron a cerrarlo. Igual cosa ocurrió con Antonio de Zúñiga, párroco de Peumo, que instaló una escuela parroquial, a cargo de religiosas, en la que recibía incluso a mujeres de "vida disipada".

Las escuelas de Latinidad, Convictorios, Seminarios y Noviciados

La instrucción secundaria estuvo representada por las escuelas de latinidad, de algún seglar o sacerdote con financiamiento real y por los colegios, instituciones religiosas que toman nombres de seminarios, convictorios o noviciados. En todos, la enseñanza era en latín y se estudiaba teología, gramática, historia sagrada, filosofía y cánones. En el siglo XVI, la ausencia de instrucción secundaria fue un problema para las órdenes religiosas, hubo muy pocos religiosos españoles (los dominicos no tenían más de seis), la mayoría eran mestizos o españoles que no sabían leer ni escribir. En 1578, se abre una escuela de latinidad, pegada a la catedral, a cargo del mestizo Juan Blas, quien además de hablar mapuche y quechua, era buen cantor y escribía con gracia.

El problema de la falta de escuelas de latinidad también lo tuvo el Cabildo de Santiago. En mayo de 1580 abrió la escuela de latinidad de Juan de Moya, profesor de gramática. El cabildo pagaba la casa donde éste vivía y daba sus clases. El rey, solo en 1591 autorizó  fundar la cátedra de gramática y que al maestro se le cancelaran 400 pesos oro; la orden no pudo cumplirse ya que el cabildo de Santiago no tenía los fondos y Moya no fue habido. Cambió de profesión o murió. Lo concreto es que en Chile, salvo la de Moya, no hubo escuela de latinidad en los siglos XVI, XVII y parte del XVIII. Solo en las actas del cabildo del 25 de agosto de 1730 aparece el capitán Miguel de Gómez pidiendo autorización para abrir una.

Pero volvamos al siglo XVI, ante la ausencia de escuelas de latinidad las familias pudientes mandaban sus hijos a Lima, tal fue el caso de Pedro de Oña. Los demás debieron solicitar su ingreso a los convictorios, seminarios y noviciados que mantenían las órdenes religiosas. El primer seminario se abrió en La Imperial, autorizado por el rey en 1595. El seminario pontificio de Santiago se fundó entre 1603 y 1605. Los mercedarios daban lecciones de filosofía en 1610. Los franciscanos abren el colegio San Diego de Alcalá en 1679, con cinco alumnos.

Los agustinos inauguraron el convento en Santiago en 1595 y de inmediato abrieron cursos de latín y gramática. Los jesuitas, csi al instante de su llegada al país, junto con la escuela de primeras letras del padre Estela, abren un curso de gramática en su Colegio Mayor de San Miguel. En 1611 el padre Diego de Torres fundó el Convictorio de San Francisco Javier, institución que monopolizará, por su calidad, la educación secundaria hasta 1767, cuando la compañía es expulsada. Sus alumnos no solo eran de Santiago, sino también de Concepción, Coquimbo y Mendoza. Los estudios apuntaban a la carrera eclesiástica. Sus cursos eran tres: Gramática, Artes y Teología, los dos últimos constituían los estudios mayores. Gramática se daba en latín, se leía e interpretaba a autores clásicos, a comentaristas de filosofía aristotélica, de jurisprudencia civil y de teología. El curso de Artes implicaba el estudio de las viejas Artes Liberales de la Edad Media (trivium y cuadrivium), además de filosofía escolástica. Teología era el curso superior para aquellos que tomarían hábitos. Concepción tuvo su primer seminario en 1615. Allí abrirán noviciados los dominicos, agustinos y mercedarios. Los franciscanos, hacia 1699, ofrecieron una cátedra de lengua mapuche.

Un establecimiento que escapa hasta o ahora expuesto es el Colegio de Naturales. Por real cédula de 11 de mayo de 1697 Carlos II ordenó se fundase un colegio seminario para los hijos de caciques de Arauco, los "mandones de la tierra". Lo puso bajo la administración de los jesuitas, se ubicó en Chillán y fue inaugurado el 23 de septiembre de 1700. Se enseñaba a leer, escribir, contar, gramática, moral y mapuche. Tuvo un presupuesto de $ 4.000 al año y su primer rector fue el padre Nicolás Deodati. Caminó bien hasta el levantamiento de 1723, desde aquel año y hatsa 1774, sus alumnos fueron criollos de Chillán. Luego d ela expulsión de los jesuitas lo tomaron los franciscanos. En 1774 fue trasladado al local del Colegio de San Pablo, que la Compañía de Jesús había tenido en Santiago. En 1786 se devolvió a Chillán, su matrícula era de niños mapuches y criollos, entre estos últimos estuvo Bernardo O'Higgins.

Los colegios religiosos, de fines del siglo XVI y comienzos del XVII fueron de importancia para la creación de las primeras universidades chilenas. En efecto, la primera universidad del país fue la Pontificia Universidad de Santo Tomás, inaugurada por la orden dominica, el 19 de agosto de 1622. La segunda, la Pontificia Universidad de San Miguel, inaugurada en 1623 por los jesuitas. Ambas funcionarían hasta el 11 de marzo de 1741, cuando comienza a caminar la primera universidad estatal: la Real Univeridad de San Felipe.

Fuente: "Historia de la Educación Chilena", Freddy Soto.

EDUCACION / Célestin Freinet. Un innovador presente desde el siglo XX

Buscando información sobre el francés Freinet nos encontramos, de partida, con varios calificativos extraordinariamente positivos, como por ejemplo: “el innovador” y “excepcional”. Entonces no nos estábamos enfrentando a un desconocido o pedagogo menor. Entonces, la tarea de saber sobre él se hizo más amena. ¿Qué es eso de la imprenta en la escuela? Una rareza, pero no es tan así y tiene mucho sentido en el afán educador de Célestin. Vamos por partes.

Nace en Gars, un pequeño pueblo del sur de Francia, el 15 de octubre de 1896. Su familia es campesina y pobre. Luego de una niñez y escuela con bastantes sacrificios y privaciones, ingresa en 1912 a la Escuela Normal de Maestros de Niza, dos años después le corresponde reemplazar a un profesor que ha partido al campo de batalla. Sí, la Primera Guerra Mundial ha comenzado en 1914 y pronto deberá él también irse a combatir… Esto sucede en 1915, cuando se va a la guerra como Subteniente.

Es herido en una batalla y debe pasar los próximos 4 años convaleciente, de hospital en hospital. Ha sido dañado en un pulmón y nunca se recuperará por completo, además que respirará mal y, según él, a esto se deben sus innovaciones pedagógicas, en el sentido de que las actividades de los alumnos se toman el que normalmente sería el lugar de la palabra del profesor.

En 1920 es designado maestro en la escuela de Bar-sur-Loup, un pequeño pueblo de los Alpes. Aquí, alejado de la costa y rodeado de secas montañas y árboles, es donde comenzará a desarrollar su actividad pedagógica, y también militante. En esta pueblerina escuela introducirá la imprenta en la clase, publicará artículos en revistas como “La escuela emancipada”, se acercará a la llamada “Nueva Educacion”, conocerá a Ferriére y Cousinet, entre otros, y luego se alejará de la pedagogía tradicional, y también de la nueva…

Entre todas sus actividades se da tiempo para fundar una cooperativa de trabajadores para electrificar su pueblo natal, Gars. En 1925 conoce a Elise Lagier-Bruno, con quien contrae matrimonio e ingresa al Partido Comunista. También viaja a la Unión Soviética y esto tendrá una gran influencia en sobre su idea de la “educación popular” en la que ya está pensando.

En 1928 se va de Bar-sur-Loup a Saint-Paul-de-Vence, ya ha iniciado una parte fundamental de su obra: la imprenta y la cooperativa escolar, entre otras. Esta ciudad en que viven no es como el campestre pueblo de donde venían, y una pareja de profesores comunistas no tiene nada de bien visto. Cabe destacar que a comienzos de la década de 1930 se produce un avance de los movimientos de extrema derecha en buena parte de Europa occidental. Luego de un tiempo de ser pasados a llevar, son enviados de vuelta a Bar-sur-Loup, pero no aceptan volver a hacer clases ahí, si bien la comunidad los había recibido muy bien, y se dedican a desarrollar el movimiento y la Cooperativa de Enseñanza Laica (CEL), que ya se había convertido en una buena empresa de producción de material pedagógico.

La que nació con esta acción fue la idea de una escuela libre experimental. Logra reunir fondos y ayuda para construir una escuela en Vence, en un lugar relativamente aislado. Tiene aulas grandes y espacio suficiente para los alumnos, que en su mayoría son hijos de obreros parisinos, gente de bajo estrato social y, como Elise Freinet contaría más adelante, “unos cuatro o cinco niños de familias acomodadas que confiaban en ellos.”

Ya se acerca la Segunda Guerra Mundial. Estamos en 1939 y Freinet es detenido y llevado a un campo de concentración, luego obtiene la libertad. En 1948 transforma la Cooperativa en “Instituto de la Escuela Moderna”. En 1950 deja de pertenecer al Partido Comunista, provocando una conmoción en la base de su movimiento, de ahí en adelante los congresos serán luchas pedagógicas.

Célestin Freinet muere el 8 de octubre de 1966, a punto de cumplir 70 años. Su movimiento, como a pocos, le sobrevivió y su esposa, Elise, se encargó de mantenerlo vigente.

Antecedentes y primeros aportes

Estudios del medio, el diario, la imprenta y la correspondencia entre escuelas se convertirán, como nos consta, en elementos primordiales de una revolución pedagógica en ciernes y que con la distancia de los años podemos apreciar casi en su totalidad.

Los antecedentes más próximos a la pedagogía de Freinet los encontramos en gran medida representados por la Escuela Progresista norteamericana, y los postulados de John Dewey. También en la Escuela Nueva europea, con los aportes de Decroly y su método de Centros de Interés y Programa de Ideas Asociadas.

La Escuela Moderna es impulsada por el propio Freinet, y ésta pretende superar el espíritu pedagógico de la Escuela Nueva.

Una de las influencias más importantes para él fue la vida de pueblo. Ahí, en el campo, encontraba la tranquilidad de la vida, pero también la sabiduría campesina, que muchas veces es más directa, lógica y útil que las grandes y aparatosas soluciones que se encuentran en las ciudades. Su vida siempre estuvo ligada al campo y la experimentación de sus ideas pedagógicas también estuvo presente. Este relativo aislamiento fue tierra fértil para los aportes que Freinet logró desarrollar en la educación, aquí podía salir del aula e ir en busca de la rica vida campesina y artesana que existía aún en esa época. Derivado de esto encontramos una de sus primeras innovaciones: la clase-paseo, en donde se observan el medio natural y humano. Pero no se queda sólo en la observación (cosa que Decroly ya había planteado como estudio del medio: alimentación, solidaridad humana, defensa contra los peligros, etc.) sino que plantea que el puro conocimiento no resulta útil si no se intenta obrar sobre él y modificarlo. Y avanza en ese sentido mediante dos dimensiones: 1) Los estudiantes dan a conocer en clase los testimonios de hechos y acontecimientos que han llamado su atención, originando el “texto libre”, y 2) el “diario escolar” y “correspondencia interescolar”, que sirve para difundir en otros colegios estos aportes individuales, mejorados y modificados democráticamente en clases. Así la comunicación se convierte en un medio excelente de acceso a lo escrito.

De esta forma, el nuevo deseo de comunicar o socializar lo vivido hará que los estudiantes realicen observaciones más meticulosas, con miras a entregar la información recogida por ellos a personas de otros lugares, de otras escuelas. Con la acumulación de estos informes y cartas escritas a mano, viene velozmente el nuevo paso en la innovación: la imprenta en la escuela.

Entonces, estos estudios del medio, el diario, la imprenta y la correspondencia entre escuelas se convertirán, como nos consta, en elementos primordiales de una revolución pedagógica en ciernes y que con la distancia de los años podemos apreciar casi en su totalidad. Esta será la base de lo que hoy conocemos como recursos tecnológicos en las clases, sumando video, computadores y proyectores.

Concepción pedagógica

Rechaza la educación tal como se entregaba en su época. Se acerca y escarba en el movimiento de la Escuela Nueva, pero luego se aleja por considerarla burguesa. Aquí inicia su nuevo modelo pedagógico.

Freinet surge como un gran paradigma de esa realidad educativa a la cual él pertenecía. Para plantear su nueva propuesta pedagógica, parte de un análisis en profundidad del contexto escolar que le tocó vivir, con el cual no estuvo de acuerdo nunca; y es a partir de aquí que Freinet diseña, organiza y ensaya su nueva propuesta pedagógica, para que luego poco a poco se vaya difundiendo.

Como ya hemos dicho, no estaba de acuerdo con la escuela tradicional de su tiempo, a la que él denominada escolástica: “La escolástica nos ha preparado para hablar, explicar; no nos ha entrenado en el trabajo, la observación, experimentación, realización. Ha cultivado en nosotros la actitud del profesor que interroga, controla, sanciona” (GONZALEZ, José. “Freinet: su contexto y su pensamiento”).

Él critica al tradicionalismo porque separa al niño de la vida misma. Es así que una vez detectado el problema, Freinet busca una posible solución que luego se convertirá en su gran aporte pedagógico. Pero, como toda propuesta innovadora no aparece de la nada. Necesitará ciertas influencias que marcarán las bases de su pedagogía, y como adelantábamos, sus dos grandes influencias fueron su pueblo  y el pensamiento pedagógico de variados personajes.

Respecto de su pueblo y el campo en general, lo que le motivaba era la sabiduría que allí podía encontrar. Alimentándose de calor humano y sentido común, que Freinet conservó desde su origen.

“El trabajo de Freinet se inicia leyendo a los académicos, analizando sus trabajos, estructurando su propia concepción. Realiza una síntesis creadora, retoma los valores de María Montessori, los enlaza con la escuela activa, del mismo modo que ata los elementos de Makarenko…” (“Dar la palabra a Freinet”). Así, en esta síntesis tomará elementos de Rosseau (naturaleza del niño), Pestalozzi (su pedagogía social), Decroly (su concepción globalizadora), Cousinet (su método de trabajo grupal) y Dalton (el aprendizaje al ritmo del alumno). Como vemos, aprovecha estos aportes de la Escuela Nueva, pero no se queda allí. Él siempre fue partidario de aplicar estas nuevas técnicas, pero nunca con la restricción de hacerlo a ojos cerrados y encuadrados solo en lo que decían, sino experimentar cambios, hacer mejoras y adaptar esas ideas al contexto en que aplicaran. Y esto también lo hacía presente en las conversaciones con sus colegas maestros.
Estas diferencias que se van produciendo con la Escuela Nueva, si bien está de acuerdo con muchos postulados, provocan su alejamiento de ella. Ya que consideraba que sólo se podían aplicar sus planteamientos en un contexto donde no hubiesen escuelas pobres (¡y claro que las había!). Califica al movimiento de “burgués”, puesto que todo se concentraba en el trabajo en colegios de ciudad y no se preocupaba de la escuela campesina, que era el medio que Freinet tanto valoraba.

Es así, que empieza su nuevo modelo pedagógico en las afueras de París, en Vence, rodeado de la naturaleza.

Una de las diferencias de Freinet con los otros pedagogos es que parte por darle preferencia a la práctica de los escolares, transformando durante este período al niño en el protagonista de su propio aprendizaje, procurando dar respuestas prácticas a los problemas que su realidad le presentaba.

Otra característica de su estilo es que la teoría no se crea y luego se aplica, es completamente a la inversa: desde la práctica se dirige a la teoría, así no tiene que enfrentarse a proyectos imaginarios y desprovistos de base empírica. Esto, a la vez que innovador, presentaba un problema para el desarrollo del programa escolar obligatorio que cada escuela debía cumplir. Estamos hablando de un colegio con pocos recursos y estudiantes provenientes de estratos sociales bajos, en resumen: una escuela pobre.

Con este problema frente a él se plantea, desde la precariedad presente, una pregunta fundamental: ¿qué queremos obtener de nuestros niños? Y surgen dos respuestas típicas, que quizás en nuestros días siguen vigentes. Una es el “criterio funcional utilitario” y la otra el “criterio inmediatista”. El primero se refiere a que los padres no están interesados en la formación integral del niño, sino en que termine de estudiar, rinda satisfactoriamente las pruebas y ocupe un puesto codiciado o un cargo que le permita recibir buena cantidad de dinero. El segundo se trata de un lastre que se arrastra hasta hoy, y tiene que ver con las políticas educacionales que en su mayoría resuelven problemas a corto plazo, muchas veces mirando la próxima elección o mantenerse en el poder, y no se detienen con calma a pensar lo que requerirá la educación o la sociedad en las próximas décadas.

Entonces, luego de tropezar con estos criterios, Freinet nos cuenta en su libro “La Escuela Popular Moderna” el verdadero propósito que, según él, debe tener la educación: “El niño desenvolverá al máximo su personalidad en el seno de una comunidad racional a la que él sirve y que lo sirve. Así cumplirá su destino, elevándose a la dignidad y a la categoría del hombre que se prepara para trabajar eficazmente cuando sea adulto”.

Aunque él mismo acepta que tal fin es solo un ideal, sin embargo lo formula porque considera al niño en su mutabilidad, es una concepción dinámica y a kilómetros de la pasividad que los viejos pedagogos pregonaban. Entonces, el niño es lo más importante y la escuela debe girar en torno a él, pero a su vez debe ser eficiente y humana. La pedagogía postulada por Freinet, que se centra en el alumno, debe hacerlo también en sus posibilidades, necesidades y deseos, así es posible alimentar esas posibilidades y ayuda a desarrollarlas.

Con esto, también demuestra su deseo de integrar los intereses del niño hacia la enseñanza con la comunidad a la que pertenece. También respeta su libertad y estimula su creatividad, que a la larga van formando su personalidad.

Para Freinet es el niño el que va formando su propia personalidad y la desenvuelve con la ayuda de los maestros. Nos hace una certera comparación con un ganadero que lleva a su ganado joven a pastar al mejor prado que se encuentra con hierba jugosa, que les dará fuerza a sus cuerpos y brillo a su piel. En este ejemplo el ganadero es el maestro, el ganado joven son los niños, el prado es el medio educativo (natural) y la hierba jugosa representa las técnicas utilizadas en la formación.

Educación para el trabajo

Desde los primeros años las personas deben prepararse para enfrentar un futuro adulto y en el trabajo. Lo mejor es tener disciplina interna, trabajo en equipo y cooperación para que las tareas lleguen a buen puerto.

En su libro “La Escuela Popular Moderna”, Célestin Freinet declara: “El trabajo será el gran principio, el motor y la filosofía de la pedagogía popular, la actividad de donde se derivarán todas las adquisiciones”. Con esto, se deja de lado toda educación que huela a pasividad. Nos propone, entonces, lo que él llama Educación para el Trabajo.

Así, el trabajo debería tender a ser una actividad organizada, cooperativa y responsable, una actividad útil al grupo y al individuo, como también un instrumento de aprendizaje social, teórico y práctico. Plantea, además, que para acceder a este estado el juego-trabajo y el trabajo-juego son fundamentales, y que estos conceptos no nos sino dos funciones naturales de las especie humana.

Con estos instrumentos de su lado, se dedicará a formar “cabezas y manos expertas” dentro de una escuela que esté inserta en la vida del niño… Ahora el trabajo quedará enlazado a la misma sociedad. En esta sociedad del trabajo, la escuela también estará perfectamente integrada al proceso general de la vida.

De esta escuela del trabajo, lo que mejor se rescata es el trabajo en equipo, las responsabilidades y, sobre todo, la cooperación como la característica más importante de su pedagogía.

Toda la obra de Freinet está cruzada en todos los sentidos por el trabajo grupal, pues todos sus planteamientos necesitan, obligatoriamente, la participación de más de uno para llevarse a cabo, ya sea en la creación como también en las correcciones y mejoras de los “productos”.

Esta cooperación se hace latente entre los alumnos, quienes compartes toda la labor de investigación, aprendizaje y trabajo. También es importante la participación del profesor coordinando la convivencia y la vida social entre los alumnos. Y, para terminar, es importante también entre los propios maestros, pues pueden compartir sus experiencias, mejorar ideas y renovar las técnicas.

El aprendizaje para Freinet

El niño debe estar en el medio de la educación y sus intereses deben transformarse en el centro de interés de la escuela. Aprender por ensayo y error es lo mejor para el desarrollo de los alumnos.

Proponía un aprendizaje espontáneo a base de pruebas, ensayos y errores, muy al contrario del aprendizaje sistemático construido abstractamente.

Partía del niño y su “centro de su interés”. Una nueva novedad de Freinet para la época… Pero para esta renovación y esta manera de ver el aprendizaje, tuvo que buscar un método que diera la posibilidad al niño de aprender en la escuela de una forma similar a cómo lo haría en la vida.

Este método sería, en definitiva, el “tanteo experimental”, en donde, por ejemplo, un niño aprende a caminar y hablar ensayando y errando. Además este método promueve el trabajo de observación e indagación en hechos por los que el niño se muestra naturalmente interesado.

Freinet contempla el proceso de enseñanza-aprendizaje, teniendo en cuenta a quienes están aprendiendo, dado que son ellos los que construyen su conocimiento, dando todo su valor a la capacidad cognoscitiva individual y colectiva.

Las etapas educativas según Freinet

Desde el inicio de la vida se vive en una etapa pedagógica, que va ayudando a formar a los futuros estudiantes formales, y a la vez ayuda a la labor del profesor.

Para Freinet, las etapas educativas eran cuatro, que detallamos a continuación.

1° Período preescolar: Desde el nacimiento hasta los dos años
La etapa preescolar es importante y determinante en la formación del niño durante los primeros años. De esta formación inicial dependerá, en gran medida, el éxito pedagógico. Aquí el niño inicia sus primeras experiencias “por tanteo”, a través del juego-trabajo que permite al niño prepararse en realidad.

2° Parques de niños: Dos a cuatro años
El nombre de la segunda etapa tiene una razón para denominarse “parque”, y es que durante esa edad, Freinet observaba que los niños de ciudad vivían en viviendas sin espacio, sin campo, sin flores. Y planteaba que los hijos de los trabajadores eran como los animales en los jardines zoológicos que están obligados a adaptarse, como puedan, a un espacio muy reducido, rodeados de esqueletos de árboles, un riachuelo simulado y viviendo en una tierra pelada y muerta.

Entonces, la posible solución para esos animales sería un parque, para que pudiera vivir en su medio natural y en libertad. Ése es precisamente el medio que quiere rescatar para los niños, lo compara con esos animales salvajes, pues no está hecho para vivir encerrado, por lo tanto el medio que más le convendría sería la Naturaleza, entonces es la Naturaleza la que pone a disposición de estos niños.

3° Escuela maternal: De cuatro a siete años
Esta etapa es la de la educación intermedia entre el medio familiar y el medio escolar.

Para llegar aquí, el niño ya ha debido conquistar el medio que lo rodea y con eso ha quedado empapado de experiencias de los más diferentes tipos y estilos. En este período comienza el tiempo del trabajo que es: juego-trabajo y trabajo-juego.

4° Escuela primaria: Desde los siete a los catorce años
Ya el niño ha entrado al sistema formal de educación y puede ser guiado por un pedagogo. Aquí será conducido por las diferencias experiencias sociales y comunes a las personas de su edad, aprenderá conceptos intelectuales y novedades técnicas que en el hogar ya no es posible entregar.

Comienza la preparación definitiva para convertirlo en una persona útil a la sociedad, pensando en el trabajo y aprendiendo a resolver los problemas cotidianos que la vida le pondrá en frente.

Técnicas Freinet

Destina una buena parte de su tiempo en ir implementando diferentes y novedosas formas de enseñar y hacer del estudio una actividad motivadora, tanto para el alumno como para el maestro.

A continuación hacemos un recorrido por algunas de las técnicas que Célestin Freinet utilizó en su escuela.

La correspondencia escolarParte de la idea de que todo ser humano necesita comunicarse. Se trata de la redacción de cartas donde los alumnos comentan sus vivencias y experiencias, en su casa y barrio. Éstas son leídas y corregidas. Con esta técnica motiva la investigación y mejora el nivel de comunicación oral y escrita.

El diario escolar
Busca enseñar la lengua escrita a través de un “método natural”. Cada alumno, de acuerdo a la lista, debe redactar lo sucedido en el día, en la siguiente jornada lo debe leer un compañero/a. Esto permite mejorar la redacción y la lectura en forma natural.

La imprenta escolar
Se trata de elaborar un periódico escrito por todos los de la clase, que se debe reproducir para que cada uno lo pueda leer. Puede ser modificado.
Rincón de avisos
Se elabora un panel que es instalado a un costado de la pizarra, en el que cada niño/a tendrá que poner un anuncio (real o no) sobre una actividad que se vaya a realizar.

Correspondencia interescolar
Es similar a la primera técnica descrita, pero esta vez las cartas serán enviadas a otra escuela que podría estar en otra comunidad, para contar las historias y narrar la vida en la que está inmerso.

La asamblea escolar
Es una reunión de carácter informativo en la que los alumnos conocerán el tema a tratar con anticipación. Se elige votando a quien conducirá esa sesión y a un secretario, que deberá registrar (en palabras o dibujos) los comentarios. Al final este secretario habrá de explicar qué razones tuvo para escribir o dibujar.

Dibujo libre
Se les pide a los niños que hagan un dibujo, lo que quieran. Pero luego del tiempo asignado tienen que explicar de qué se trata su obra y las razones que tuvo para hacerlo de tal o cual manera.

Corrección colectiva
Un alumno escribe un texto en el pizarrón, sus compañeros lo leen en silencio. Luego el profesor lo lee tal como debe ser pronunciado, entonces los niños marcan los errores ortográficos en la pizarra. Al final se reescribe el texto ya sin faltas.

Si la corrección es de estilo o redacción, deberá ser autorizado por el niño que escribió el texto original.

Texto libre
Texto que cada niño redacta de acuerdo a su experiencia e intereses. Lo que resulta es un “producto” de la vida del niño. También puede ser corregido en el pizarrón.


Cálculo vivo
Parte del supuesto que la aritmética (entre otros aspectos de la matemática) se puede aprender mediante problemas de la vida real. Usa fundamentalmente la intuición de los alumnos para buscar respuestas basadas en su experiencia.

Este proceso se podría resumir así: 1) Se plantea un problema y se busca una solución individual; 2) Se trabaja en equipo para buscar formar de solución y comentar los resultados; 3) Se resume la solución a la que llegó el grupo; 4) La solución es explicada por un miembro del equipo, y 5) Se realiza una conclusión grupal sobre la solución que resultó más “económica”, ya sea en tiempo o trabajo.

Conferencia
Se refiere a la explicación por parte de una “experto”, sobre un tema de interés. Quien la realiza debe intentar esclarecer los puntos oscuros del tema.

Esto se parece mucho a las disertaciones que conocemos, ya que, según la propuesta de Freinet:
- Los alumnos escogen un tema de interés para trabajarlo durante la clase o a lo largo de la semana.
- Luego se nombra al “experto” que será responsable de preparar el material y realizar una investigación sobre el tema. Se realiza la conferencia.
- Finalmente, el auditorio realiza preguntas que el expositor responderá, a su vez éste también puede preguntar al auditorio.

Otros elementos
El friso: Dibujo decorativo realizado sobre una superficie utilizando diversas técnicas de dibujo.
El diario mural: Conjunto de trabajos de los alumnos que son presentados colectivamente a los otros alumnos.
Los ficheros: Contienen un conjunto de fichas de trabajo con actividades, experimentos, resúmenes, etc., de forma que puedas ser consultadas como si se tratara de un diccionario.

Enseñanza de las ciencias
Para enseñar al niño los conocimientos de la naturaleza se deben hacer en forma prioritaria la observación, el análisis y la experimentación como elementos primarios de "uso" de los fenómenos naturales (los rayos, el sol, la luna, la lluvia, etc.), los animales, las plantas, en lo que deberán usarse experiencias de aprendizaje, es decir crear la idea de la ciencia como un proceso vivo y de generar el interés y la curiosidad del alumno por el proyecto en el que se trabaje.

Bibliografía

ABBAGNANO, Nicola Historia de la Pedagogía. México, Fondo de Cultura Económica, 1987
FREINET, Célestin Por una escuela del pueblo. México, Fontamara, 1994
LUZURIAGA, Lorenzo Historia de la Educación y la Pedagogía. Buenos Aires, Editorial Losada, 1956. 2° edición

jueves, 9 de junio de 2011

EDUCACION / Pitágoras. El filósofo de los números

Pitágoras fue un filósofo y matemático griego que nació en la isla de Samos, en el mar Egeo, cerca del año 582 a.C., y murió aproximadamente en el año 496 a.C. en Metaponto, Lucania, la antigua región italiana que abarcaba desde el golfo de Tarento hasta Campania.

Hijo de un comerciante, viajó siendo aún niño por Egipto, Fenicia y Babilonia. A los escritos que se conservan de Diógenes Laercio, Porfirio, Heráclito y Heródoto, entre otros, debemos nuestros conocimientos sobre la vida de Pitágoras. Sin embargo, poca cosa se sabe de su infancia. Parece que tenía una llamativa marca en un muslo y tenía dos o tres hermanos. Se supone que conoció personalmente a los filósofos Tales y Anaximandro. Se dice, también, que tocaba muy bien la lira y que recitaba con soltura a Homero.

Samos estaba gobernada por el tirano Polícrates, así que Pitágoras, que no compartía sus ideas políticas, se vio obligado a mudarse a Trotona, una floreciente ciudad de lo que luego sería llamado la Magna Grecia y que actualmente corresponde al sur de Italia. Se cree que en Trotona pronunció cuatro famosos discursos (al Senado, las mujeres, los jóvenes y los niños) que le aseguraron la admiración y el respeto de sus conciudadanos. También allí fundaría su escuela, abierta a hombres y mujeres de todas las razas, creencias y clases sociales, algo verdaderamente revolucionario para la época.

LA ESCUELA PITAGÓRICA

Se considera que el inventor del término filosofía fue Pitágoras, usando por primera vez este término y autodenominándose  “filósofo”. En la palabra filosofía recogió dos modos de saber que su escuela denominó máthesis y ákousma, lo que se entiende por contemplación y comprensión. Las ciencias pitagóricas no son sino los dos primeros pasos del filosofar, que consiste en aprender a ver y saber escuchar, es decir, las dos actividades humanas por excelencia.

Pitágoras fundó su escuela cerca del año 530 a.C. Allí se establecieron las bases de la matemática como ciencia y toda una filosofía mística en torno al destino del alma. Los pitagóricos eran una comunidad casi religiosa. En la escuela, los bienes eran comunitarios y los miembros –todos vegetarianos- debían dedicarse exclusivamente al estudio de los números, la filosofía y las ciencias naturales. Todas las enseñanzas se transmitían verbalmente y no había actas escritas de nada, por lo que no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los descubrimientos de Pitágoras y cuáles se debieron a sus discípulos. Además, los miembros de la comunidad debían ser leales y mantener en estricto secreto –estaban bajo juramento- lo que allí se enseñaba y aprendía.

Los principales postulados de la escuela podrían resumirse así:
• La realidad es de naturaleza matemática
• La filosofía purifica el espíritu
• El alma puede unirse a la divinidad
• Algunos símbolos poseen un significado místico

Se supone que Pitágoras se casó con Teano, una de sus discípulas, y que después de la muerte del filósofo, ésta continuó en la dirección de la escuela junto a sus dos hijas.

Los pitagóricos, con los años, fueron ganado más y más adeptos, llegando a tener una gran influencia política en la vida de la ciudad. Esto les hizo ganar múltiples enemigos y hacia el año 500 a.C. la escuela fue incendiada, aunque sus miembros continuaron con las actividades de siempre, como una sociedad secreta, durante casi un siglo más.
 
PITÁGORAS, EL MÍSTICO

Pitágoras ha tenido un peso enorme en nuestra civilización como filósofo místico. Su idea de la transmigración de las almas rompe con la tradición clásica y da un vuelco a la cuestión religiosa.

Para Pitágoras, cuando el cuerpo muere el alma sigue viva, quizás más viva que nunca, pues el cuerpo es solo una prisión. Por lo tanto, la vida terrenal del hombre es solo una de las muchas vidas de su alma, probablemente la más pequeña. Luego su alma podrá dar vida al cuerpo de otro ser humano, un animal, alguna planta o incluso un astro. El destino del alma, después de la vida terrena, dependerá de cuán pura o impura haya sido. Por eso puede volver a nacer en una forma de vida más elevada o ir en retroceso. La práctica del silencio, la influencia de la música y el estudio de las matemáticas forman el alma positivamente.

EL TEOREMA DE PITÁGORAS Y OTROS HALLAZGOS

Pero no solo en el terreno místico las ideas de Pitágoras siguen teniendo vigencia. Es en el campo científico donde se le rinde tributo continuamente y las razones sobran. Pitágoras es considerado “el padre de las matemáticas”.

A partir de su afirmación de que el universo posee una estructura regida por los números y que, por lo tanto,  solo es descifrable con medios matemáticos, la matemática pasó a ser una disciplina fundamental de toda investigación científica. Se supone que fue él quien introdujo los pesos y medidas, fue pionero en teoría musical e inventó la aritmética teórica; además, fue el primero en sostener que nuestro planeta era de forma esférica y el primero también en postular el vacío. Pero el descubrimiento más conocido de Pitágoras a o largo de los siglos fue su famoso teorema.

El teorema de Pitágoras establece que en un triángulo rectángulo la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa: a2 + b2 = c2. Durante más de veinticinco siglos el teorema de Pitágoras ha resuelto muchos de los problemas prácticos de ingenieros, arquitectos, dibujantes, topógrafos y cualquiera que deba calcular distancias o áreas de cualquier cosa de índole geométrica, incluso en la vida cotidiana.

PITAGORAS Y LA MUSICA

El pensamiento de Pitágoras resulta difícil de analizar, puesto que sobre todo la carencia de documento escrito alguno del propio maestro impide la reflexión directa de sus teorías en torno a la música. Se puede llegar a hablar de la escuela pitagórica que formuló una serie de doctrinas que afectaron no solo al ámbito puramente filosófico, sino también al político-religioso.

Pero, sin duda, la música ocupó un puesto muy importante en la escuela pitagórica, manteniendo un papel preponderante dentro de la cosmogonía y la metafísica pitagóricas.

Las matemáticas y la música se unen en el concepto pitagórico de armonía que significa, en primer término, proporción de las partes de un todo. No olvidemos que Pitágoras fue el primero en llamar cosmos al conjunto de las cosas, debido al orden que existe en éste (según Aecio). Este orden por el que se rige el Cosmos es dinámico: el Universo está en movimiento y es el movimiento de los astros y de las fuerzas que los mueven el que se ajusta en un todo armónico. Así, sí el Cosmos es armonía, también el alma lo es. Las matemáticas y la música, lo que se aprende por los ojos, y lo que se aprende por los oídos, constituyen dos caminos para la curación del alma.


Lira

En el sentido pitagórico se establecía un paralelismo entre los intervalos acústicos considerados como base de la música y las distancias que nos separan de los planetas. Así, de la Tierra a la Luna habría un tono; de la Luna a Mercurio un semitono; otro de Mercurio a Venus; y de Venus al Sol un tono y medio; por lo tanto, entre el Sol y la Tierra, existiría una separación correspondiente al intervalo de quinta, y habría una distancia correlativa del intervalo de cuarta desde la Luna al Sol.

Pero armonía quiere decir también afinación de un instrumento musical con cuerdas de diferente tirantez, llegando a significar la escala musical. Aristóteles nos dice que los pitagóricos afirmaban que “la tonalidad del universo era armonía y número”. El número alude al aspecto visual, geométrico y astronómico de los cuerpos del Cosmos, que es comparado con un inmenso teatro. La armonía alude al sonido de los instrumentos afinados que hacen del Cosmos una orquesta sinfónica.

Esa doctrina nos enseña a aprender mirando al cielo y escuchando la música callada de las esferas celestes. Porque el cielo es número y armonía, y también es música, que solo quien sabe guarda silencio como Pitágoras es capaz de escuchar. Porfirio, filósofo de los siglos III-IV d.C, afirmaba que Pitágoras “oía incluso la armonía del todo: aquella que contenía la armonía universal de las esferas y de los astros que se mueven dentro de dichas esferas, armonía que las deficiencias de nuestra naturaleza nos impiden percibir”.

Según el testimonio de Aristóteles, “después de justificar el hecho de que tal clase de sonido nosotros no lo oigamos, arguyen que la causa de ello se halla en algo que se da siempre, desde el instante mismo de nuestro nacimiento: la carencia de todo contraste con el silencio, lo que nos impide distinguir éste, a pesar de que sonido y silencio se puedan discernir el uno del otro, justamente por ser contrario”.

Esta manera de explicar numéricamente la esencia de lo creado, es sin duda de origen oriental, que se deduce de los viajes que Pitágoras realizó por Asia.

El elemento psíquico de la música parece ser aquí un elemento generador, en tanto que en las posteriores doctrinas musicales físico-matemáticas se atiende principalmente al hecho fisiológico de la impresión sensual para relacionarlo con las leyes generales de la acústica.

Sin duda fue Pitágoras el iniciador de la aplicación curativa y medicinal de la música. Ya se ha dicho antes que el alma es armonía, debido a esto, la música ejerce sobre el espíritu un especial poder: La música puede restablecer la armonía espiritual, incluso después de haber sido turbada. De tal idea se deduce uno de los conceptos más importantes de la estética musical de la antigüedad: el concepto de catarsis.

El vínculo de la música con la medicina es muy antiguo, y la creencia en el poder mágico-encantador, y con frecuencia curativo de la música, se remonta a tiempos anteriores a Pitágoras. La música era admirada y llamada purificación, por eso los pitagóricos purificaban el cuerpo con la medicina y el alma con la música. También esta concepción pitagórica de la filosofía como curación del alma, que tiene como creencias auxiliares a las matemáticas y a la música, dio lugar a una meloterapia o psicoterapia. Pero los pitagóricos, no solo establecieron una especie de medicina musical del alma, sino que empleaban también para ciertas enfermedades los encantos creyendo que la música contribuía grandemente a la salud si se empleaba del modo más conveniente. Por tanto, se establecía un lazo indisoluble entre salud y música, puesto que la proporción y equilibrio de las notas produce armonía y orden, tanto en el cuerpo como en el alma.

La música es un saber sublime y fundamental para la salud y la purificación ética del ser humano.

BIBLIOGRAFIA

CORONAS VALLE, Paula (2000) Euterpe y Pitágoras, artículo en Revista Filomúsica N°11
FENELON (Trad. De Mora, J.J.) (1825) Compendio de las Vidas de los Filósofos Antiguos, París, Librería Cormon y Blanc, pp 93-106
FIGUEROA VELASCO, Adriana (1994) Conociendo a los grandes filósofos, Editorial Universitaria, pp 30-33
GIANNINI, Humberto (2005) Breve Historia de la Filosofía, Catalonia, pp 26-28
JIMENEZ, Douglas (2010) Matemáticos que cambiaron al mundo, Tajamar Editores, pp 7-12

lunes, 6 de junio de 2011

EDUCACION / John Dewey. Filósofo de América, su vida y aportes

EL COMIENZO

Nació el 20 de octubre de 1859 en Burlington, Vermont (Estados Unidos). Sus padres fueron Archibald Dewey y Lucina Rich.  Ingresó a la universidad en 1875, donde conoció la teoría evolucionista de Darwin y la filosofía social que enseñaba Henry Torrey. En 1881, luego de graduarse, comenzó a dar clases en una escuela cercana a su Burlington natal, para estar cerca del maestro Torrey, con quien siguió estudiando filosofía.

En 1884 comenzó a trabajar en la Universidad de Michigan, desde donde publicó un par de ensayos y su primer libro de importancia: Psicología (1887). En estos trabajos quiso unir en un mismo sistema el neo-hegelianismo y la psicología experimental, intentando crear lo que él mismo denominó “Método Filosófico”. De esta misma época comienza a idear lo que se terminaría llamando “instrumentalismo”, donde postula que las ideas son herramientas para resolver situaciones problemáticas, al igual que consideraba a la escritura y la lectura como puros instrumentos.

Se casó en 1886 con la una de sus alumnas: Harriet Chipman, con quien tuvo 7 hijos. En 1888 se fue de la Universidad de Michigan para impartir la cátedra de filosofía en la de Minessotta, pero esto duró unos pocos meses, cuando fue llamado desde Michigan para ocupar el cargo de director del Departamento de Filosofía. En 1894 se fue a la Universidad de Chicago siendo el jefe del Departamento de Filosofía (que también abarcaba psicología y pedagogía). Gracias a él, se creó el Departamento de Educación, donde fue director. Estando en esta universidad publicó “Concepto del arco reflejo en psicología” (1896), donde afirma que los organismos interactúan con su entorno a través de la selección y el condicionamiento de sus propios estímulos.

UNIENDO PUNTOS EXTREMOS

Sus ideas políticas ya están con él, por ejemplo el progresismo social, pero no es especialmente expresivo respecto de estas ideas y las mantiene en reserva. Este “compromiso social” también se expresaba en su compromiso con la reforma a la educación. Y es aquí donde, en 1896, se hace presente uno de sus aportes más famosos: la “Universitary Elemental School”, conocida como la Escuela Dewey, que fundó basándose por un lado en el punto de vista de que el currículum es lo más importante y que a los niños debería enseñárseles la “sabiduría acumulada por la humanidad”, y, por otro, en que el niño debía ser lo más importante, dejando en un segundo plano los contenidos y privilegiando los impulsos naturales de éste.

Bueno, Dewey optó, como dijimos, en tomar elementos de ambas posturas y realizar lo que podríamos llamar una mezcla, ya que para él esos puntos de vista eran artificialmente contrarios. Entonces, la misión debería ser unir esos impulsos con los contenidos y, a la vez, “someter las ideas a la prueba de la experiencia concreta”. Para ello, la pedagogía necesariamente debía tener en cuenta el veloz e incipiente desarrollo industrial de Estados Unidos e intentar lograr, con ella, una mejor comprensión de la democracia.

En 1905 se fue a hace clases a la Universidad de Columbia, y el ambiente pedagógico ahí estaba bajo una constante disputa entre el realismo y el idealismo, donde la defensa del primero decía que las “cosas son como son”, independiente de cómo conoce la mente, y quienes abogaban por el idealismo afirmaban que “la mente constituye la realidad”. Nuevamente, y como resultaría una constante en toda su vida, tomo estas posiciones y con su instrumentalismo construyó una nueva opción: las cosas o hechos no son siempre invariables como dicen los realistas, pero tampoco están completamente construidos como dicen los idealistas… Son, entonces, “hechos del caso” para un organismo, y se acomodan a él cada vez que producen nuevos resultados: la experiencia.

SU “METODO DEL PROBLEMA”

En 1899 había publicado “Escuela y educación” y ya argumentaba sus críticas a las prácticas escolares vigentes y hacía hincapié en la idea de que la escuela debía ser un laboratorio, un taller donde el niño pudiera indagar adquirir experiencias. Y esta experiencia tiene un doble aspecto: Por un lado ensayar y, por el otro, experimentar.

Según él, para establecer una meta válida de la educación primero debe nacer de las actividades actuales y, segundo, debe ser flexible, no convertirse en un proyecto rígido sino que tenga relación con las actividades concretas en la vida el niño, ya que éstas varían según la edad del niño y su entorno.

Nace así el denominado “Método del Problema”, que se basa en cinco puntos, momentos o etapas lineales:
 1° Alguna experiencia actual del niño
 2° Interrupción de la actividad actual
 3° Resolver en base a la experiencia pasada
 4° Hipótesis para restaurar la continuidad interrumpida
 5° Someter la hipótesis a la prueba de la experiencia

Este proceso se resume en tomar una actividad normal para el niño, que hace sin que le haya sido encomendada, por lo tanto ya tenemos asegurado su interés en realizarla. Luego, le presentamos un obstáculo, lo desviamos de lo que estaba haciendo, y como estaba interesado en su realización intentará volver a llevarla a cabo de acuerdo a lo que conoce. En la cuarta etapa deberá pensar y elegir cómo continuar, hay que dejar que las ideas se le ocurran a él. Llegando al punto final, el niño puede hacerse más fuerte, más débil o desviarse completamente.

JOHN DEWEY Y LA POLITICA

Durante la primera guerra mundial, Dewey desarrolló aún más su instrumentalismo. En una obra, considerada piedra fundamental de su filosofía, “Democracia y Educación” (1916) sostiene que una población educada es lo mejor para evitar conflictos locales y entre países, es decir, permite el control del entorno. También señala que la educación “no tiene un fin fuera de sí misma”.

En los años 20 publicó ensayos apoyando las reformas socialistas que había visto en México cuando hizo clases en el verano de 1926 en la UNAM. En 1928 visitó escuelas en Unión Soviética, en una delegación de educadores norteamericanos, de donde hizo favorables informes. Aquí fue tildado de comunista.

En 1937 presidió una comisión, en México, para revisar los cargos en contra de León Trotsky que se habían levantado en el “Juicio de Moscú” (1936-1937). Después de un sinnúmero de entrevistas y análisis de la evidencia, esta comisión declaró a Trotsky inocente de los cargos… Con esto, los comunistas lo denunciaron como “fascista”.

En 1941 expresó su apoyo a la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, formando junto a otras personas, el “Comité por la Cultura Libre”, en que condenó prácticas soviéticas, almenas, italianas, españolas y japonesas, esta vez las críticas provinieron nuevamente de los comunistas.

EL ARTE Y SU MUERTE

Dewey había señalado a principios de los años 30 que estaba ansioso por internarse en un campo que no había sido parte de su estudio sistemático, y el que el arte y la estética se acercaron a él. Así nace su libro “Arte y experiencia” (1934), donde dice que los medios y los fines cooperan en una experiencia estética. “Cuando la investigación en las artes es exitosa, las distinciones entre ‘las bellas artes’ y las artes ‘útiles’ se allanan”.  Entonces, se entiende que la obra de arte no acaba en el objeto artístico, sino que incluye también su producción y apreciación. Sostenía que la apreciación estética también era una actividad productiva. Para Dewey este libro representó una continuación del instrumentalismo.

El 1 de junio de 1952 falleció en su casa de Nueva York. Sus restos están en un monumento a su memoria en la Universidad de Vermont. En 1968 el correo postal de Estados Unidos emitió una estampilla con su imagen. En 1991 un astronauta, Store Musgrave, honró a Dewey llevando al espacio un ejemplar de “Experiencia y Educación”. Es considerado uno de los filósofos más innovadores del siglo XX, ha sido querido y odiado, honrado y atacado como ningún otro filósofo estadounidense.

Usando un comentario de la revista “American Nacional Biography”, publicada en 1999: “A pesar de haber recibido muchísimos honores y premios, quizás el más apropiado es el que se le concedió en la década de los 30, cuando comenzó a ser conocido como ‘the America’s philospher’, ‘el filósofo de América’”.

JOHN DEWEY HASTA NUESTROS DIAS

La filosofía de Dewey dio origen a una escuela y teoría respecto de la educación y es uno de los principales impulsores o artífices de lo que se conoce como “Escuela Progresista”, en que se avanza desde una educación tradicionalmente pasiva a otra activa, democrática y más relacionada con los problemas reales de niños y jóvenes.

Nunca renunció, al igual que muchos pedagogos a lo largo de la historia, a una propuesta que cambiara de forma radical la sociedad y la transformara en un lugar más justo. Así nacieron, como ya adelantábamos, las escuelas que buscan ser experimentales, convirtiendo la premisa de “aprender por la acción” (learning by doing) en pan de cada día, contraponiéndose a lo establecido hasta esa época que era “aprender por la instrucción” (learning by instruction).

Esto de dejar a los niños que investiguen y descubran por sí mismos nos resulta altamente familiar y creemos que resulta beneficioso para el desarrollo cognitivo de las personas. Así, se pueden enfrentar de mejor manera los problemas o desafíos que la vida nos va presentando. Podemos tomar decisiones de acuerdo a la experiencia y a los resultados que hemos obtenido con lo que hemos hecho anteriormente.

La educación debe basarse en intereses reales, pero dichos intereses no son fijos y, como decíamos, van cambiando y evolucionando de acuerdo a factores físicos y ambientales a que están sometidos los niños y jóvenes: la edad, la sociedad, el entorno cercano, la experiencia anterior, etc.

Dos procesos educativos, como son el psicológico (exteriorización y despliegue de las potencialidades de la persona) y el social (preparación y adaptación del individuo a las tareas que desempeñará en la sociedad), logran conjugarse bastante bien con los planteamientos de Dewey, y así la escuela debe plantearse como una comunidad en la que todos sus miembros reciben la experiencia heredada de la especie y la preparación se hace en función de lo que nos podría tocar vivir, y no, como decía Dewey “para prepararnos cuando estemos muertos”.

BIBLIOGRAFIA

CHÂTEAU, Jean Los Grandes Pedagogos (estudio). México, Fondo de Cultura Económica, 1959
DEWEY, John Democracia y Educación. Madrid, Ediciones Morata, 1997. 2° Edición
FRANKENA, William K. Tres filosofías de la Educación en la historia: Aristóteles, Kant y Dewey. México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, 1968
LUZURIAGA, Lorenzo Historia de la Educación y la Pedagogía. Buenos Aires, Editorial Losada, 1956. 2° edición
RUGGIERO, Guido de Filosofías del siglo XX. Buenos Aires, Paidos, 1964, 2° edición

sábado, 4 de junio de 2011

INVESTIGACION / Importancia de un registro sistemático (I)

En esta primera parte solo hablaremos del inicio de toma de datos cuando se hace una investigación. De apoco se irán ampliando los contenidos. Por ahora podemos empezar a darle importancia a llevar un registro sistemático de los datos que recolectemos.

Encontrar la información por primera vez puede resultar bastante difícil. Encontrarla de nuevo un poco después puede ser más difícil todavía, a menos que dispongamos de un método sistemático de registro y archivo. Todos pensamos que nos acordaremos pero, después de unas semanas de leer, analizar y seleccionar, la memoria va fallando. Al cabo de unos meses, tal vez recordemos vagamente haber leído algo en algún momento sobre el tema que estemos estudiando. Transcurrido un período de tiempo un poco más largo, las posibilidades de acordarse son remotas. Así pues, hay tomar nota de todo lo que se lea, y cuanto antes se adopte un método de registro sistemático, mejor.

Registrar una fuente que demuestra no tener utilidad ni interés puede parecer una pérdida de tiempo, pero alguna razón debe de haber para que decidiéramos consultarla la primera vez. Tal vez nos pareció interesante el título, o quizás habíamos leído otras obras del mismo autor que nos habían impresionado. Es posible, entonces, que al cabo de un tiempo, el título siga pareciéndonos interesante y recordemos aún que el autor tenía otras buenas obras en otro contexto. Podemos encontrarnos de nuevo con la referencia y tener que pedir el libro otra vez. Todo esto es una pérdida de tiempo, y en cualquier investigación nunca se dispone del suficiente para hacer todo lo que hay que hacer. Una nota que nos recuerde por qué el libro no tenía interés bastaría para refrescarnos la memoria y poder abandonar esa línea de investigación.

Las fichas

En los primeros días de una investigación, podemos pensar que basta con anotar una referencia en el reverso de un sobre, pero unos sobres viejos dejados en una caja nonos servirán de fuente de información fiable, y lo más probables es que las referencias sean incompletas y de difícil seguimiento en fases posteriores. Si no vamos a necesitar más que media docena de referencias, pueden servir trozos de papel, pero a medida que avanza la investigación, iremos acumulando muchas fuentes de información y será necesario de disponer de un sistema ordenado desde el principio. Muchos de los que se decican a la investigación reconocen que han desperdiciado un tiempo valioso buscando libros, publicaciones y citas por no haberse acordado de anotar la referencia en su momento, o porque inexplicablemente no tomaron nota del nombre de la revista, del autor o de la fecha.

Es positivo hacer anotaciones en papel, pero resulta importante traspasarlas apenas podamos al computador, así tenemos una segunda copia, que incluso las podemos ordenar alfabéticamente, por año, etc.

Las referencias

Hay varias formas de registrar las fuentes y otro tipo de información, toda ellas perfectamente aceptables, aunque la mayoría de las instituciones educativas disponen de sus sistema preferido, que se supone tendremos que adoptar. Si nos dejan escoger, debemos considerar cuál de las opciones nos viene mejor.

Las distintas editoriales tienes estilos diferentes. Fijémonos en las Bibliografías o las Referencias del final de los libros. Lo más probable es que nos encontremos con diversos sistemas, aunque todos contendrán la siguiente información:

Para libros:
Apellido y nombre, o iniciales del nombre, del autor
Fecha de publicación
Título, en cursiva
Lugar de publicación
Nombre de la editorial

Ejemplo:
DEMPSEY, AMY (2008) Styles, Schools and Movements. Barcelona, Art Blume.

Para artículos y capítulos de libros:
Apellido y nombre, o iniciales del nombre, del autor
Fecha de publicación
Título entre comillas
Fuente del artículo o el capítulo, es decir:
     Título de la revista o el libro
     Volumen, número y números de páginas en las revistas

Ejemplo:
DEMPSEY, AMY (2008) "Deutscher Werkbund", Styles, Schools and Movements, pp. 80-83.

Fuente: "Cómo hacer tu primer trabajo de investigación", Judith Bell.