jueves, 18 de agosto de 2011

MUSICA / Breve historia de la música culta/docta occidental

Como otras tradiciones (China, India, mundo árabe musulmán), la europea no tardó en desarrollar un arte musical "culto", independeinte del repertorio folclórico. Este arte se distingue por dos particularidades básicas: una escritura polifónica y un sistema de notación elaborado. La polifonía y la notación, desarrolladas conjuntamente a partir del siglo IX, contribuyeron a la expansión de un arte elevado y singular, en constante evolución. Al conferirle a la notación en verdadero valor de referencia, la música occidental contribuyó al surgimiento de la noción de obra (considerada como un microcosmos autónomo) e introdujo una distinción fundamental entre compositor e intérprete, categorías éstas que completaron su caracterización.

La Edad Media
Guillaume de Machaut

El canto gregoriano, aporte básico de la alta Edad Media, es el fundamento histórico de toda la tradición culta occidental. Establecido entre los siglos VI y VIII como repertorio oficial del canto litúrgico de la iglesia latina, sirvió de base a la revolución que habrái de construir, a partir del siglo IX, el desarrollo de la polifonía. Obra de los chantres, la polifonía era, en sus inicios, la superposición de una segunda voz al canto litúrgico, primero en la forma primitiva de diafonía (superposición a intervalo fijo) y luego mediante el discante, forma más elaborada (dos voces que progresan con movimientos contrarios) o como un organum de vocalizaciones (la voz integrada intercala vocalizaciones entre cada nota del canto litúrgico, extendido a valores largos). En la segunda mitaad del siglo XII, este arte llevó a su apogeo a la escuela de Notre-Dame de París (Léonin, Pérotin), cuya influencia se ectendió en toda Europa. Luego del período del Ars antiqua (c.1240-1300), durante el cual surgieron los primeros géneros polifónicos (motete) y cuyo principal representante fue Adam de la Halle, el Ars nova (siglo XIV) siguió enriqueciendo la escritura polifónica. Durante el Ars nova nació la misa polifónica (Misa de Notre-Dame de Guillaume de Machaut) y se desarrollaron las primeras formas vocales profanas: lai, balada, rondó y, en Italia, madrigal y ballata.

Al tiempo que se desarrollaba la polifonía, la canción monódica experimentó un largo y último destello en el arte de los trovadores y troveros (fin del siglo XI-siglo XIII), perpetuado hasta mediados del siglo XIV por los Minesänger alemanes.

El Renacimiento
Thomas Tallis

Lejos de un hipotético "renacimiento" de la música antigua (perdida desde hacía mucho), la música de los siglos XV y XVI fue una transición entre la Edad Media y la época barroca. De entrada, se afirmó como el apogeo de la polifonía vocal, lo cual muestra el arte complejo de los maestros de la escuela francoflamenca, que se extendió en toda Europa hasta el siglo XVI xon Guillaume Dufay, Johannes Ockghem, Josquin des Prés y Roland de Lassus. Originarios de Picardía y Henao, estos polifonistas nórdicos ejercieron en diversos países, sobre todo en Italia. Su arte se perpetuó en la península (con Giovanni Pierluigi de Palestrina), aunque también en España (Tomás Luis de Victoria) y en Inglaterra (Thomas Tallis). Aislada por la Reforma, Alemania se mostró reacia a las influencias externas y desarrolló un canto religioso que determinaría su evolución musical: el coral.

Aunque durante todo el Renacimiento la misa fue el género principal de la música sacra, el brillo de la polifonía originó formas profanas escritas, las más de las veces, a cuatro voces, como la frottola y el madrigal italianos, o la canción polifónica parisina, encarnada por Clément Janequin, que une la inspiración popular con una escritura compleja.

En el siglo XVI apareció un primer repertorio instrumental, favorecido por el desarrollo de la imprenta, en su mayoría para órgano o laúd. Constituido en un principio por transcripciones de cantos y danzas populares, no tardó en dar lugar a las primeras formas específicamente instrumentales (preludio, toccata, variación, riercare).

Monteverdi
El período barroco

Con el período barroco (c.1600-1750), la música europea experimentó una de sus primeras grandes rupturas. Fue producto de una voluntad de los músicos por sustituir el contrapunto abstracto de los antiguos maestros por un arte dedicado a expresar las pasiones humanas. De entrada, halló su expresión en un género nuevo: la ópera, que nació con Orfeo de Monteverdi (1607). A los rasgos cultos de la polifonía, los barrocos prefirieron la monodia acompañada, más favorable a la expresión de las emociones individuales, que dio lugar a una escritura vocal con frecuencia adornada y atormentada. Ésta se basa en uno de los elementos fundamentales de la música barroca: el bajo continuo (apoyo instrumental ejecutado, a partir de indicaciones cifradas, por un instrumento polifónico como órgano, clavecín o laúd, al cual pueden agregarse uno o varios instrumentos de registro grave, como la viola de gamba y el violonchelo.

La era barroca también dio un impulso decisivo a la música instrumental que, siguiendo el ejemplo de la monodia vocal, desarrolló una práctica solista virtuosa y originó el concierto, la suite y la sonata, defendidos, entre otros, por Antonio Vivaldi, Anrcangelo Corelli y Giuseppe Tartini. Al renovar la polifonía abstracta de los antiguos maestros, aunque sometida a las tensiones expresivas de la época, el repertorio de los instrumentos de teclado (órgano, clavecín) muestra el carácter complejo y riguroso del estilo barroco que, después de Frescobaldi, Froberger, Pachelbel y Buxtehude, alcanzaría su apogeo con Bach.

El estilo barroco nacido en Italia, no tardó en llegar a Alemani (Schütz, Bach, Händel) e Inglaterra (Purcell). La Francia de Luis XIV costituyó una excepción, pues desarrolló. bajo la batuta de Lully, un estilo marcial que contuvo los desbordamientos expresivos (tradición que seguirían Couperin y Rameau).
Mozart

El período clásico

El clasicismo, introducido por los músicos "preclásicos" (como Gluck, reformador de la ópera, y dos hijos de Bach (Karl Philipp Emanuel y Johann Christian), opone a la escritura elaborada del último barroco una búsqueda constante de equilibrio y naturalidad. Esta búsqueda dio lugar a un estilo claro, en que la expresión y la sensualidad prefieren el matiz a la desmesura. El período clásico, que solo duró algunas décadas (c.1750-principios del siglo XIX), estuvo dominado por tres grandes músicos establecidos en Viena: Haydn, Mozart y Beethoven (los dos primeros compusieron gran parte de su obra entre 1760 y fiones de siglo, Beethoven entre 1790 y 1827). Los vieneses dieron preferencia a la música instrumental e hicieron suyas las formas existentes (sonata, concierto, sinfonía), a las cuales confirieron estructuras fijas y rigurosas que servirían de base a gran parte de la música del siglo XIX y principios del XX.
Beethoven

El período clásico no solo estuvo marcado por la constitución de la orquesta sinfónica, que se equlibró y enriqueció con instrumentos poco utilizados hasta entonces (clarinete, trombón), sino también por la aparición del piano, que no tardó en destronar al clavecín y en volverse un eje para el desarrollo del estilo clásico. En la música de cámara, los tres vieneses privilegiaron notoriamente algunas combinaciones (cuarteto de cuerdas, dúo de violín y piano), apreciadas por su homogeneidad y equilibrio. Surgido del "estilo galante" adoptado por Haydn y luego por Mozart, el clasicismo adoptaría en las últimas obras de Mozart una expresión atormentada (Sturm and Drag, "tempestad e impulso") y, en Beethoven, lindaría con el naciente romanticismo, junto con el cual constituiría gran parte del repertorio tradicional del concierto.

El siglo XIX

Si bien en música el romanticismo solo abarcó las décadas de 1820 y 1860, sus propuestas estéticas y filosóficas imprimieron su marca a todo el siglo XIX e influyeron incluso a algunos músicos de principios del siglo XX (Mahler, R.Strauss, Rachmaninof). Al afirmar los derechos del individuo y la primacía de las emociones sobre la razón, el romanticismo produjo una expansión sin precedentes de los medios expresivos: lirismo melódico, armonías tensas, amplio aprovechamiento de los recursos instrumentales (el piano y la orquesta alcanzaron su máxima extensión). También amplificó de manera espectacular las formas clasicas (ópera, sinfonía) y cultivó formas rapsódicas que pudieran expresar libremente la imagianción del compositor (piezas de carácter para piano, ciclos de lieder, poemas sinfónicos, oberturas).

Wagner
Nacido en Alemania a principios del siglo XIX, el romanticismo musical comenzó a mostrarse en la obra tardía de Beethoven y de Schubert, así como en las óperas de Weber (El cazador furtivo, 1821). Sus grandes representantes surgieron de la generación de músicos nacidos en las dos priemras décadas del siglo: Berlioz, Liszt, Chopin, Schumann, Verdi, Wagner. El romanticismo prefería expresarse en la música para piano, el lied germánico o la melodía francesa, la ópera y la orquesta, en que también se manifestaban los cambios sociales ligados al desarrollo del público burgués, que cultivaba tanto el salón artístico (piano, dúo de canto y piano) como la salida mundana (concierto, ópera).

La segunda mitad del siglo estuvo ampliamente dominada por la personalidad de Richard Wagner, que influyó poderosamente en la mayoría de los músicos de la últimas décadas, y cuyo único contrapeso fue el género lírico y dramático de Verdi (que no escapó a su influencia). La fiebre nacionalista, que subyace bajo la obra de Wagner y los maestros de las escuelas históricas (Brahms en Alemania, Bizet o SAint-Saëns en Francia, Puccini en Italia), y que animó a los pueblos europeos a fines de siglo, suscitó uno de los mayores fenómenos de la música decimonónica: la aparición de las escuelas "nacionales" en torno de las grandes naciones occidentales, sobre todo en Europa Central (Smetana, Dvórak), Rusia (Tchaikovsky, Músorgski) y Escandinavia (Grieg).

El siglo XX

Debussy
El siglo XX marcó importantes rupturas tanto en la música como en las otras artes. La música de las primeras décadas, de un refinamiento extremo, ya mostraba una clara tendencia a transgredir las leyes fundamentales del sistema tonal (ya mermadas en la armonía compleja de Liszt o de Wagner) y a evadir las grandes formas que se le asocian. Ya socavados en diversos grados en Debussy, Ravel, Stravinski, R.Strauss o Bartók, los fundamentos de la tradición clásico romántica fueron cuestionados abiertamente por los pioneros de la música moderna, como Edgard Varèse y Arnold Schönberg. Seguido por sus alumnos Alban Berg y Anton von Webern, con los cuales formó la escuela de Viena, Schönberg rompió desde 1908 con el sistema tonal (atonalidad) y a partir de 1920 empleó el serialismo, sistema de composición basado en el uso de 12 sonidos de la gama cromática (dodecafonismo), liberados de la jerarquía tonal.

Stockhausen
Mientras que algunos compositores (Dmitri Shostakóvich, benjamin Britten) permanecieron fieles a la tonalidad, la ruptura iniciada por la escuela de Viena fue profundizada tras la guerra por los representantes de la vanguardia (Pierre Boulez, Karlheinz Stockhausen, Luciano Berio, Luigi Nono), que llevarían al serialismo a sus últimas consecuencias. Los años de la posguerra estuvieron marcados por el desarrollo de la música electroacústica (explorada por Stockhausen y Pierre Schaeffer), que no ha dejado de aprovechar los avances tecnológicos. Con el agotamiento del serialismo, y a pesar del desarrollo hasta 1980 de diversas corrientes (de la música aleatoria de John Cage a la música repetitiva de Steve Reich y Phillip Glass), la música "contemporánea" no ha podido oponerse a una creciente división en lenguajes personales (como los de Iannis Xenakis, György Ligeti, Witold Lutoslawski). Al lado de lo que algunos musicólogos ya denominaban la "tradición moderna", surgió a partir de los años 1980 una corriente "posmoderna" que, bajo diversas formas, busca restablecer la continuidad histórica, a menudo reconciliándose con algunos aspectos de la tonalidad y aprovechando las experiencias de la modernidad.

sábado, 13 de agosto de 2011

FILOSOFIA / Nacimiento de la Filosofía. Platón y Aristóteles

La palabra FILOSOFIA viene del griego, idioma en el que significa "amor por el conocimiento", y designa el trabajo de quienes piensan sobre el Ser, la permanencia, el cambio, la relación entre las apariencias y la realidad última, el lugar del hombre en el mundo. Expresar la tensión entre la penosa finitud de la condición humana y el deseo de superarla, independientemente de los ritos y dogmas religiosos, es el primer tema común a todos los filósofos. De allí el recelo con que las religiones establecidas y los poderes vinculados a ellas suelen ver a estos pensadores.

Los primeros filósofos de la tradición occidental fueron los griegos del siglo VII a.C., denominados presocráticos para marcar la ruptura con lo que habría de seguir y de quienes solo se conservan algunos fragmentos de textos. Los dos más célebres fueron Heráclito y Parménides, que escribieron en verso. Para el primero, "el mundo es fuego eternamente vivo que se inflama y se sosiega". Lo más importante es el flujo universal, que se efectúa cuando cada ser se convierte en su contrario. A diferencia de Parménides que piensa en la inmovilidad, sostiene la imposibilidad de salir del Uno y la incosistencia de lo que cambia.

Sócrates (470-339 a.C.), que conocemos a través de su discípulo Platón, trabajó las posibilidades de descomposición analítica del discurso. Obligaba a sus discípulos a respetar tres principios de la lógica elemental que aún no eran vistos del todo como evidentes. Según el principio de identidad, una cosa nombrada no puede ser otra (A es A). Según el principio de contradicción, es imposible sostener dos afirmaciones opuestas al mismo tiempo. Por último, el principio del tercero excluido nos dice que el uso ordinario de la palabra solo tiene dos valores, sí y no, y debe elegirse entre ellos. Con estas armas, Sócrates condenó a los sofistas que fascinaban a la asamblea de ciudadanos y enseñó la práctica del discernimiento que requiere, en primer lugar, conocerse a sí mismo, es decir tener claro lo que se sabe y lo que se quiere. Al interrogar a sus interlocutores, Sócrates los hacía descubrir aquello que creían desconocer (esto es la mayéutica, arte de alumbrar los espíritus). Acusado de ser impío ante los dioses y de corromper a la juventud, Sócrates fue condenado a beber cicuta.

Platón y Aristóteles


Platón

Platón (filósofo griego, c.427-c.347 a.C.), fundador de la Academia, fue autor de numerosos diálogos (unos 30, entre ellos "Fedro" y "El Banquete"). En sus escritos ponía en escena a su maestro Sócrates, el que sabe que no sabe nada. A través de preguntas irónicas, éste lleva a su interlocutor a la aporía (suspensión del juicio). Su objetivo es mayéutico: hacer que los espíritus descubran su conocimiento y su ignorancia mediante una discusión y un juego de preguntas y respuestas (dialéctica dicotómica: justo/injusto, sufrir/someter). Del reconocimiento de la ignorancia debe nacer un deseo de conocimiento (un amor por la verdad). Como el adagio de Sócrates es "Conócete a ti mismo y conocerás a Dios y a los hombres", fue acusado de corromper a la juventud y de haber introducido nuevos dioses en la ciudad. En "La apología de Sócrates", Platón relata cómo su maestro fue condenado por los ciudadanos de Atenas a beber cicuta (veneno mortal).

El objetivo de Platón en sus diálogos es político y filosófico: mostrar que la justicia está ligada a la verdad; hacer que la inteligencia tienda hacia la Idea del Bien, de la cual son formas lo Bello y lo Bueno (relativo a la virtud). En "La República" (libro VI), Platón ilustra el paso de lo concreto (mundo visible) a la abstracción (mundo inteligible). El paso de los objetos y los modos del conocimiento se hace de lo sensible hacia lo inteligible según una relación de imitación (copia-modelo). Cada objeto de conocimiento admite un modo de conocimiento, y la Idea es el objeto más elevado.

En "La República", libro VII, Platón plantea el problema del conocimiento de manera alegórica: el mito de la caverna. Algunos hombres están encadenados en una caverna, con la cabeza y el cuerpo inmóviles, viendo la pared del fondo en la cual ven pasar formas. Un prisionero es liberado. Al salir el sol lo deslumbra. Al ver los objetos, comprende que lo que él creía era la realidad solo eran imágenes proyectadas, sombras. Es a través de la dialéctica como ingresa al mundo inteligible, para finalmente completar las Ideas.

Aristóteles
Aristóteles. Este filósofo giego (384-322 a.C.), preceptor de Alejandro Magno y alumno de Platón durante 20 años, fundó el Liceo de Atenas, donde enseñaba lógica (a él se debe la figura del silogismo), física (estudió los seres que tienen en sí mismos el principio de su movimiento), metafísica (que viene después de la física, meta significa "después", y los comentadores llamaron así a los libros que venían después de la física), ética ("Ética a Nicómaco", obra en la cual habla sobre la amistad), política (definió al hombre como un animal dotado de palabra), retórica (cuya práctica está ligada a la moral y la política) y poética (esta disciplina catártica es el medio ofrecido a los hombres para purgar sus pasiones). La metafísica es la ciencia del ser como ser, el conocimiento racional de las realidades trascendentes y de las cosas en sí mismas, y estudia los principios elementales del pensamiento que utilizan todas las demás disciplinas. No todos los saberes se conforman al modelo matemático según el cual aquello que se demuestra es verdadero.

Después de haber adquirido un conocimiento enciclopédico, Aristóteles desarrolló el concepto de universo finito e introdujo la clasificación de los seres a partir de una observación y análisis profundos. Definió los elementos del pensamiento lógico, por ejemplo el principio de no contradicción: no se puede decir una cosa y su contrario al mismo tiempo y respecto de un mismo sujeto.

En la Edad Media, pensadores cristianos retomaron las enseñanzas de Aristóteles y sistematizaron la argumentación mediante silogismos. Esta corriente, llamada escolástica, se extendió del siglo X al XVII.

Fuente: "Larousse Enciclopedia Quod"

miércoles, 3 de agosto de 2011

ARTE / La escuela de Chicago

Reliance Building (1891-1895). Burnham & Co.
Edificio de catorce pisos, construido inicialmente con
solo cuatro, fue ampliado en 1894.
La escuela de Chicago, movimiento nunca proclamado por los artistas vinculados a él, consistió en un grupo informal de arquitectos e ingenieros que trabajaron en Chicago desde aproximadamente 1875 hasta 1910. Dankmar Adler, Daniel H. Burnham, William Holabird, William Le Baron Jenney, Martin Roche, John Wellborn Root y, sobre todo, Louis Sullivan fueron miembros destacados del movimiento. Su legado más importante fue la creación de los rascacielos, un logro tan distintivo de la época moderna como del país donde se originó, Estados Unidos.

En el período posterior a la guerra de Secesión, Chicago ofrecía a los arquitectos una oportunidad única. La expansión hacia el oeste hizo crecer la población y la economía de la ciudad, y en 1871 el gran incendio que se produjo en la ciudad arrasó gran parte del centro histórico. Sin embargo, el precio del suelo era muy elevado y el uso del espacio estaba restringido. La solución era crecer a lo alto, algo que había hecho posible el invento del ascensor, llevado a cabo por Elisha Graves Otis, en 1853. No obstante, seguían existiendo dos problemas: la utilización de un material que pudiera soportar grandes pesos y el riesgo de incendio.

El primer problema se solucionó mediante la utilización de una estructura interna de metal. El Jenney's Home Insurance Building (1883-1885, apliado en 1891 y destruido en 1931) fue el primer edificio del mundo completamente apoyado en una estructura interna de metal, en lugar de los muros de soporte convencionales. Su esqueleto de hierro y acero, recubierto de ladrillo, demostró ser fiable incluso en edificios de mayor altura, además de más resistente al calor que las estructuras de hierro fundido. Los avances técnicos iban unidos a importantes cambios estéticos. En el Holabird ans Roche's Tacoma Building (1886-1889), el Marquette Building (1895) y el Reliance Building (1891-1895), de Burnham, Root and Charles Artwood, el esqueleto de acero se cubrió con paredes de vidrio, las cuales reflejaban la estructura interior y al mismo tiempo daban énfasis a la luminosidad. La utilización de estructuras metálicas redujo la necesidad de paredes maestras y abrió las fachadas, innovaciones que más adelante se difundirían por el resto del país, transformando las ciudades estadounidenses de los años cincuenta. También cambió el exterior de los edificios: los arquitectos de la escuela de Chicago emplearon obra de revestimiento (con frecuencia terracota) para enfatizar la estructura; aparecieron las características "ventanas de Chicago" (grandes ventanas de tres hojas con un panel central fijo y ventanas más pequeñas con doble marco corredizo a mabos lados), y la decoración externa se simplificó radicalmente.

Más que ningún otro equipo de la época, el formado por Adler y Sullivan fue sinónimo del estilo de la escuela de Chicago. El urbano y culto Adler, cuyas ideas socialistas provenían de William Morris y que tenía fama por su gran maestría técnica, era el complemento ideal para el intransigente y visionario Sullivan, cuyos libros en ocasiones daban la impresión de que predicaban en el desierto. Tanto el Wainwright Building (1890-1891) de San Luis, Missouri, como el edificio Guaranty Building (1894-1895) de Buffalo, Nueva York, constituyen tempranas expresiones de la forma del típico rascacielos. En ellos, el problema de diseño planteado por un edificio vertical compuesto por capas horizontales se resuelve con una honestidad radical. Las capas horizontales son reconocibles por la ornamentación de debajo de las ventanas y por el friso decorativo y la atrevisa cornisa. La verticalidad del esqueleto de acero se ve acentuada por la organización general del edificio, en forma de columnas, con sus tres secciones: base, eje y parte superior. Al ser incluidos magistralmente en su ensayo de 1896 "The Tall Office Building Artistically Considered" ("El edificio alto de oficinas desde un punto de vista artístico"), demostraron la opinión de Sullivan de que era amplio, aunque combinaba consideraciones estructurales, funcionales y sociales. A pesar de haber postulado que se debería renunciar a la ornamentación, como lo harían más adelante los arquitectos, no lo hizo, pero intentó integrarla en el diseño del edificio, de manera que pareciera como si "se hubiera materializado a partir de la misma sustancia del material".

Almacenes Schlesinger & Mayer. Louis Sullivan
(Actualmente Carson, Pirie, Scott & Co.)
En efecto, en la obra maestra de Sullivan, los grandes almacenes Schlesinger and Mayer, que fueron diseñados en dos fases (1899 y 1903-1904), destaca la ornamentación. El esqueleto de acero se expresa poderosamente a través del énfasis externo en las líneas verticales y horizontales, y los tabiques de las oficinas de los pisos superiores están desordenados; pero en los tres primeros pisos, las grandes ventanas panorámicas de los grandes almacenes presentan complejos adornos de hiero forjado estilo Art Nouveau. Ningún otro edificio expresa tan claramente su intento de reconciliar lo natural con lo industrial, ni justifica de tal forma su reputación como precedente tanto del funcionalismo moderno como de la arquitectura orgánica.

La muerte de Adler en 1900 convirtió a Sullivan en una figur aislada y cada vez más difícil, y poco a poco sus encargos fueron escaseando. En la misma época, en Estados Unidos, resurgió la tradición neoclásica y los diseños de la escuela de Chicago pasaron de moda. Fue más adelante cuando sus avances tecnológicos y sus audaces diseños empezaron a ejercer su influencia. No obstante, la misma ciudad de Chicago siguió siendo un terreno fértil para las innovaciones arquitectónicas. Con el cambio de siglo, el discípulo más aventajado de Sullivan, Frank Lloyd Wright, condujo a otro grupo informal de arquitectos afincados en Chicago a revolucionar la arquitectura dompestica: la escuela Prairie.

Fuente: "Escuelas, estilos y movimientos", Amy Dempsey

martes, 2 de agosto de 2011

ARTE / El Impresionismo

Impresión, sol naciente. Claude Monet
El impresionismo nació en París en abril de 1874, cuando un grupo de jóvenes artistas, frustrados por la continua exclusión de sus obras de los salones oficiales, se reunieron para realizar su propia exposición en el estudio del fotógrafo Félix Nadar. Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pisarro, Alfred Sisley, Berthe Morisot y Paul Cézanne se encontraban entre los treinta pintores que expusieron sus obras como la Société Anonyme de Artistes Peintres, Sculpteurs, Graveurs, etc. (Sociedad de Artistas Pintores, Escultores, Grabadores, etc.). Otros importantes impresionistas franceses que expusieron más tarde fueron Jean-Frédéric Bazille, Gustave Caillebotte y la estadounidense Mary Cassatt.

La exposición de 1874 fue acogida por el público con curiosidad y confusión, y con sarcasmo por la prensa popular; el título del cuadro de Monet Impresión, sol naciente (1872) inspiró al sarcástico crítico Louis Leroy el nombre para el grupo, "impresionistas". La apariencia inacabada y similar a un esbozo de la obra, que en un primer momento provocó numerosas críticas, fue justamente lo que los críticos más afines al movimiento identificarían más tarde como la característica que le proporcionaba mayor fuerza.

Lo que unió a este grupo de artistas fue su rechazo hacia el arte establecido y su monopolio sobre aquello que debía exponerse. Hacia el final del siglo XIX, la Academia francesa seguía apoyando los ideales del Renacimiento; es decir, el objeto del arte debía ser noble o instructivo y el valor de una obra de arte debía juzgarse por su "semejanza" descriptiva con los objetos naturales. La acción de los impresionistas, que enfrentaban a las convenciones y al poder de los vigilantes de la cultura tradicional mediante la organización de una exposición independiente, constituiría un modelo para los innovadores del siglo siguiente. Asimismo, la creación de ub "ismo" por parte de un crítico sarcástico o escandalizado para describir una forma radicalmente nueva de arte se convertiría en un hecho bastante habitual a partir de entonces.

A partir de la primera mitad del siglo XIX, París se convirtió en la primera metrópolis realmente moderna, tanto física como socialmente, y muchas obras del impresionismo plasmaron este nuevo paisaje urbano parisino. El papel del arte en una sociedad cambiante fue objeto de los debates artísticos, literarios y sociales del momento, y los impresionistas fueron conscientemente modernos al incorporar nuevas técnicas, teorías, prácticas y variedad a los temas de sus pinturas. Su interés en captar la impresión visual de una escena, en pintar lo que el ojo ve más que lo que el artista sabe, fue algo tan revolucionario como su costumbre de trabajar en el exterior (en lugar de en la soledad del estudio) para observar los cambios de luz y de colores que se producían en la naturaleza. Su huida de los temas históricos o alegóricos y su insistencia en mostrar momentos fugaces de la vida moderna para crear lo que Monet denominaba "una obra espontánea en lugar de una pbra calculada" marcó una ruptura definitva con los temas y prácticas aceptados.

Olympia. Edouard Manet

La obra de Edouard Manet representó una importante influencia para el imporesionismo. Manet rechazó la única posibilidad aceptada en arte a favor de una "perspectiva natural", y sus obras, aparentemente ininteligibles o incompletas, subvertían deliberadamente las ideas clásicas. Asimismo, transgredió la jerarquía de los géneros con su representación a gran escala de los temas "insignificantes" y, sobre todo, insistió en retratar la experiencia vital contemporánea. Cuando en 1865 se expuso Olympia (1863), los críticos más conservadores se sintieron ofendidos por el tratamiento aplicado a un tema tradicional como era el desnudo femenino.

Las obras de artistas como Camille Corot, de los de la esccuela Barbizon, Gustave Coubert y los pintores ingleses de la generacipon anterior, J.M.W.Turner y John Constable mostrarons a los impresionistas los modos en que los efectos visuales de la luz y el clima podían exploraerse a través de la pintura. El contraste, el carácter difuminado y la fragmentación de la imagen provocado por la aparición de la fotografía también causaron un intenso impacto sobre ellos, al igual que los grabados japoneses, en los que la composición, la perspectiva y las áreas monocromáticas eran muy diferentes a las occidentales.

A lo largo de la década de 1860, los impresionistas interiorizaron todos estos cambios y desarrollaron su propio estilo, con frecuencia pintando juntos o encontrándose (en el Café Gerbois de Montmartre, por ejemplo) para duiscuir sobre sus obras obras y dar forma a sus ideas. Entre 1874 y 1886 se realizaron las ocho exposiciones hoy famosas de su obra, que atrajeron de forma completamente inesperada la atecnión del público. En muchos casos, la reacción de los críticos fue hostil, especialmente al principio, pero los impresionistas tenían partidarios influyentes, y algunos de ellos, como los escritores Émile Zola y J.K.Huysmans, eran también amigos suyos. Asimismo, atrajeron a importantes mecenas, como el doctor Paul Gachet, que más adelante sería el médico de Vincent van Gogh en Auvres, o Paul Durand-Ruel.

Cebollas. Pierre-Auguste Renoir
No es exagerado afirmar que a lo largo de la década de 1870, muchas obras impresionistas tenían como tema el efecto de la luz sobre el paisaje. Pero a principios de la década siguiente se produjo un cambio del que habitualmente se habla como la "crisis impresionista". Muchos de los artistas empezaron a considerar el hecho de que, al intentar captar la luz y el carácter efímero del ambiente, habían relegado la figura a un segundo término, y a partir de este momento el movimiento se diversificó. Renoir, por ejemplo, regresó a un estilo más clásico basado en la pintura figurativa; Monet proporcionó solidez a sus figuras y adoptó un enfoque más analítico de la percerpción visual. Además, el grupo empezó a representar un abanico más amplio de temas. La crisis, que también afectó a la generación más joven que exponpia junto a los impresionistas, desembocó más adelante en desviaciones radicales de sus ideas originales. En algunos casos, artistas como Paul Gauguin, Paul Cézanne, Georges Seurat y Paul Signac incluso crearon su propio estilo.

La evolución que sufrieron los impresionistas queda mejor reflejada en la obra de unos pocos individuos destacados. Para muchos, Claude Monet sigue siendo el impresionista por excelencia; sus pinturas de la estación de ferrocarril, Gare Saint-Lazare (1876-1877), que combinan y contrastan la arquitectura moderna de la estación con la nueva y amorfa atmósfera captada por los impresionistas, son consideradas como las pinturas más representativas del movimiento. El interés de Monet por el ambiente se hace más evidente en otras series que representan el mismo tema en diferentes momentos del día y en diferentes épocas del año, como Almiares (1890-1892) y Los chopos (1890-1892). En la secuencia de Los chopos, la disposición curvilínea de las formas remarca al mismo tiempo la profundidad y la horizontalidad de la superficie; la utilización de la ciurva en forma de "S" sugiere lazos con el Art Nouveau del mismo período. Hacia el final de su vida, desde 1914 hasta 1923, Monet se dedicó en cuerpo y alma a ocho enormes lienzos de nenúfares para una estancia en la Orangerie, en la Tullerías de París. Todos juntos crearon un ambiente que envolvía por completo al espectador, una sensación de infinitud o, como expresó Monet, la "inestabilidad del universo que se transforma ante nuestros ojos". Las pinceladas, las cuales debían estar conectadas entre sí para poder interpretar la obra, inducían al espectador a participar en el propósito creativo, un concepto esencial para la actividad artística del siglo XX. El carácter abstracto de los nenúfares se anticipaba, además, a la obra del expresionismo abstracto de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX.

Aunque a finales de la década de 1860 Renoir pintó paisajes con Monet, su principal interés fue siempre la figura humana, y su contribución más importante al impresionismo consistió en la aplicación del tratamiento impresionista de la luz, el color y el movimiento a temas como la escena multitudinaria de Baile en el Moulin de la Galette (1876). Con sus declaraciones de que la pintura debía ser algo "agradable, alegre y bello, ¡sí, bello!", Renoir volvió una y otra vez a las escenas de parisinos en actividad, y se deleitó con delicadas y coloristas representaciones de cuerpos y materiales suntuosos. Alrededor de 1883 rompió definitivamente con el impresionismo puro y empezó a pintar desnudos clásicos de una manera más sobria y menos sensual. Aunque esta etapa fue breve, más adelante combinó su interés por el clasicismo con las ideas del impresionismo. Sus pinceladas se hicieron más sueltas y gestuales, y algunos críticos han considerado las últimas obras de Renoir, al igual que las de Monet, como precursoras del expresionismo abstracto.

La clase de danza. Edgar Degas
La obra de Edgar Degas se expuso en siete de las ocho exposiciones del grupo impresionista, pero él siempre se consideró un realista. Consumado dibujante, aprendió de las prácticas impresionistas a utilizar la luz para conferir una sensación de volumen y movimiento a su obra. Como la mayoría de sus colegas, Degas realizaba el esbozo al natural, pero prefería continuar su obra en el estudio, ya que sostenía que era "mucho mejor conservar exclusivamente en la mente lo que uno ha visto. Durante esta transformación, la imaginación colabora con la memoria. [...] Entonces, la memoria y la imaginación se ven libres de la tiranía impuesta por la naturaleza". Degas iba al ballet y a los cafés, teatros, circos e hipódromos de París en busca de temas para sus pinturas. Entre todos los impresionistas, fue el que más se dejó influir por la fotografía, con su típica ruptura del centro de atención del campo pictórico, la captación del momento fugaz y la fragmentación de los cuerpos y el espacio en la imagen. A finales de la década de 1880 empezó a utilizar los pasteles y una "estética de ojo de cerradura" para retratar a la mujer al natural, en posturas íntimas, una evolución sin precedentes en la historia del arte. Como historiador del arte, George Heard Hamilton destacó, haciendo referencia a estas últimas obras: "En efecto, sus colores fueron su último y mayor regalo para el arte moderno. Incluso cuando empezó a quedarse ciego, su paleta derivó hacia el fauvismo".

Berthe Morisot y Mary Cassatt fueron las dos mujeres más destacadas que expusieron con los impresionistas. Su utilización de la línez y la libertad pictórica, y su elección de escenas íntimas como tema para sus obras, presenta un gran número de similitudes con el trabajo de Manet y Degas. La obra de Cassatt parece inspirarse en muchas fuentes (el amor a la línea en los grabados japoneses, los brillantes colores de los impresionistas y la sesgada perspectiva y la captación fotográfica de Degas) para crear un estilo único capaz de representar su típica ternura en varias escenas íntimas de la vida privada.

Nocturno en negro: el cohete que desciende.
James Abbott McNeil Whistler
Otro expatriado estadounidense, James Abbott McNeill Whistler, se convertiría en la figura central del desarrollo del impresionismo, y del movimiento moderno en general, en Gran Bretaña. Incluso más que los impresionistas franceses, Whistler defendía que, lejos de ser descriptiva, la pintura debía ser una simple distribución de colores, formas y líneas en un lienzo. Su Nocturno en negro y oro: el cohete que desciende (1874), descrito con sarcasmo por el crítico de arte inglés John Ruskin como "un bote de pintura arrojado a la cara del público", fundió las ideas impresionistas del color y la atmósfera con el carácter decorativo de los grabados japoneses, creando una original y memorable imagen de estado de ánimo y atmósfera veinte años antes de las catedrales de Monet. El importante impresionista británico Walter Sickert absorbió tanto el estilo de Whistler como el de Degas, haciendo que la oscura gama de la tradición paisajística británica se transformase en algo más contemporáneo.

A finales de la década de 1880 y en la siguiente, el impresionismo por fin fue aceptado como un estilo artístico de interés por toda Europa y Estados Unidos. En los últimos años del siglo XIX, Alemania se mostró especialmente receptiva a las influencias externas, y las nuevas técnicas francesas fueron incorporadas al naturalismo imperante en el arte alemán. Max Liebermann, Max Slevogt y Lovis Corinth fueron los impresionistas alemanes más famosos. En Estados Unidos, el impresionismo fue recibido con entusiasmo por la prensa, el público, los artistas y los coleccionistas, y algunas de las colecciones más extensas de artistas impresionistas se encuentran hoy día en ese país. Los representantes más importantes del impresionismo estadounidense fueron William Merritt Chase, Childe Hassam, Julian Alden Weir y John Twachtman.

El beso. Auguste Rodin
A pesar de la existencia de obras escultóricas de Degas y Renoir, no había escultores directamente comprometidos con el movimiento. No obstante, dado que hoy el término se refiere a un estilo general y no a las pinturas del grupo original, tanto la obra del escultor francés Auguste Rodin como la del italiano Medardo Rosso fueron catalogadas como impresionistas. Sus esculturas se centraban en la luz, el movimiento, la espontaneidad, la fragmentación y la desintegración de la forma por las luces y las sombras. De forma similar, el trabajo en otros campos que pretendía captar las impresiones efímeras y los ambientes difusos con frecuencia era catalogado de "impresionista" (con mayor o menor acierto), como la música de Ravel y Debussy o incluso las novelas de escritores como Virginia Woolf.

Pero el impacto del impresionismo no debe sobrevalorarse. Sus acciones y experimentos simbolizaron el rechazo de las tradiciones artísticas y a los juicios de valor de la crítica, y los futuros movimientos de vanguardia seguirían su ejemplo y tomarían partido por la libertad e innovación artísticas. Desde la "visión" pictórica (no lo que uno ve sino lo que significa mirar) proclamaron el inicio de la modernidad, iniciando un proceso que revolucionaría el concepto y la percepción del objeto artístico. El impresionismo representa el inicio de la exploración de las propiedades expresivas del color, la luz, la línea y la forma que tuvo lugar en el siglo XX, un tema particularmente importante en el arte moderno. Probablemente, lo más importante de todo es que el impresionismo puede considerarse como el comienzo de la lucha por la libertad pictórica y escultórica partiendo de su función meramente descriptiva, con el fin de crear un nuevo lenguaje análogo al que iniciaron otras expresiones artísticas como la música o la poesía.

Fuente: "Estilos, escuelas y movimientos", Amy Dempsey